
Algunos aficionados a las puertas del templo futbolístico de Brasil, han subrayado que Maracaná es la estampa perfecta de lo que condena el pueblo. “El coste de la renovación se disparó respecto al presupuesto inicial y al final ha supuesto más de 300 millones de euros”.
“No estamos contra el fútbol, sino contra la corrupción”, se leía el pasado miércoles, 19 de junio, en varias pancartas desplegadas en el estadio de Fortaleza, en el encuentro entre Brasil y México. Unas 15.000 personas habían intentado bloquear los accesos.
Los futbolistas, esta vez sí, han sentido la necesidad de intervenir. La inmensa mayoría se ha posicionado a favor de los manifestantes.
Horas antes del partido Brasil-México, corrió por la rede la idea de que los aficionados brasileños dieran la espalda al himno al inicio de los protocolos del encuentro.
Juninho Pernambucano, ex internacional con la Canarinha, apoyó la idea desde Estados Unidos.
Alves, el defensa del Barça, se solidarizó por Instagram. “Por un Brasil sin violencia, mejor, en paz, educado, con salud, honesto y feliz”.
Hulk, interior derecha titular, escribió en la red: “La gente de Brasil necesita mejoras”.
El defensa David Luiz también dijo la suya: “Me parece bien que la gente proteste por sus derechos”.
Neymar, el nuevo jugador del Barça, el icono actual del fútbol brasileño, reconoció estar “triste” por lo que sucede estos días en su país. “Siempre tuve fe en que no sería necesario que llegáramos al punto de tirarnos a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, sanidad, educación y seguridad, sobre todo porque es una obligación del Gobierno. Mis padres trabajaron mucho para poder ofrecerme a mí y a mi hermano un mínimo de calidad de vida… Hoy, gracias al éxito que ustedes [aficionados] me proporcionan, podría parecer demagógico por mi parte .pero no lo es- levantar la bandera de las manifestaciones que recorren todo Brasil; pero soy brasileño y amo a mí país (…) Quiero un Brasil más justo, más seguro, más saludable y más honesto. En el partido contra México entro en el campo inspirado por esas movilizaciones, estamos juntos”. Durante el choque con México, Neymar gesticuló una y otra vez hacia la grada.
Uno de los gritos en los aledaños del partido fue: “Brasil, despierta, un profesor vale más que Neymar”.
No faltaron varios ex jugadores. Al frente, no podía faltar Pelé.
Pero el gran Pelé metió la pata (siempre ha estado más o menos cercano al poder). Colgó un vídeo en la Red: “Pido a los brasileños que no confundan las cosas. Estamos preparando la Copa del Mundo, vamos a apoyar a la selección, vamos a olvidar la confusión que reina y vamos a olvidar las protestas”.
Romario, el inolvidable Romario, el actual diputado federal por Río, le pidió callar –“Pelé en silencio es un poeta”- y criticó con dureza la “escandalosa” inversión estatal para el Mundial (sin contar la que tendrá que abordar Brasil para Río 2016).
En las redes las cargas contra Pelé acumularon detractores. El embajador del Mundial 2014 intentó rectificar: “Siempre he luchado contra la corrupción, tras mi gol mil hablé sobre la importancia de la educación, no me entiendan mal, solo pido no descargar nuestras frustraciones en la selección”.
Para Rivaldo, uno de los grandes jugadores de todos los tiempos, “es una vergüenza que el Mundial se vaya a celebrar en Brasil con las desigualdades existentes, con gente pasando hambre”. Y añadió: “Yo fui pobre y sentí el no tener un buen servicio sanitario. Mi padre fue atropellado y murió por no haber sido atendido en un hospital público de Recife.” Leer más
Tostão: A emoção da torcida, em Fortaleza, ao cantar o hino nacional, incorporada pelos jogadores, foi fundamental nos primeiros 20 minutos alucinantes e de bom futebol da seleção brasileira.
Havia, antes da partida, um grande temor de que as bem-vindas manifestações, fora do estádio e em todo o país, passassem para as arquibancadas, por meio de hostilidade ao time brasileiro. Não foi o que ocorreu. Pelo contrário. Os torcedores separaram a seleção do contexto. Mais que isso, sentiram-se orgulhosos de torcer para o Brasil.
Há também uma contradição em tudo isso, de ter protesto, fora, e festa, dentro do estádio. Uma das reivindicações das manifestações são os absurdos gastos com os novos estádios, frequentados por torcedores que dizem apoiar os protestos. Não há mais lugar também para as Fan Fests, nas principais praças das cidades, organizadas pela Fifa e por parceiros.
Por ser contra os gastos excessivos e não prioritários do governo e ter total independência em minhas opiniões, recusei o prêmio de R$ 100 mil aos campeões das Copas de 1958, 1962 e 1970.