Indultos, nunca mas! “Para que no se pueda volver atrás”

Por Irina Hauser

 

 

DITADURA NUNCA MAIS
DITADURA NUNCA MAIS

Horacio Pietragalla, diputado del Frente para la Victoria, explica las razones por las que quiso impulsar el proyecto para limitar por ley la facultad del Poder Ejecutivo de indultar, amnistiar o conmutar penas a los involucrados en crímenes de lesa humanidad. Después de todo lo logrado en los juicios por los crímenes dictatoriales, advierte, “puede pasar que venga un próximo presidente e indulte”. El número cada vez mayor de cómplices civiles, a su entender, aumenta ese riesgo.

–¿Por qué hace falta una ley? ¿No alcanza con los fallos de inconstitucionalidad de la Corte Suprema?

–Es para garantizar que no se pueda volver atrás con los juicios que han avanzado. Los fallos son para el caso al que aluden y no son de aplicación general; aunque estén fundados en tratados internacionales en materia de derechos humanos que son obligatorios para nosotros, es necesario que sus principios estén reflejados en una ley programática de acuerdo con los estándares que fijó la Corte. La Constitución establece la facultad de indultar del Poder Ejecutivo, y también prevé limitaciones, aunque hasta ahora no ha sido contemplada legislativamente la que atañe a los delitos de lesa humanidad. El objetivo es que no se pueda indultar a ninguno de los genocidas que fueron o están siendo juzgados y de ese modo no obstaculizar la persecución, investigación y sanción de las violaciones a los derechos humanos, como dicen los pactos que la Argentina suscribe.

–¿El proyecto está fundado en algún temor específico de que pueda haber indultos?

–Si no hay una ley, puede pasar que venga un próximo presidente e indulte. El temor de que alguien pueda intentar hacerlo, está. Y no son sólo los militares que nos preocupan sino que cada vez se descubren más cómplices civiles, complicidad económica, eclesiástica, judicial. Cada vez más causas judiciales los involucran. Son grupos que pueden llegar a ejercer fuerte influencia. Los grupos económicos que se favorecieron con la dictadura, por ejemplo, podrían salir a bancar a algún candidato y que haya devolución de favores. En materia de derechos humanos ha habido un gran esfuerzo judicial, salvando excepciones de jueces reacios a tramitar estos casos por tener intereses en juego. Es inimaginable tener que empezar de nuevo si hay indultos o amnistías, y tener que llegar hasta la Corte. Queremos evitar judicializar conflictos en torno a este tema.

–Entre los civiles involucrados en causas de lesa humanidad que usted imagina que podrían propiciar devolución de favores, ¿en quiénes está pensando?

–Se me vienen a la cabeza muchos nombres: la investigación contra Carlos Blaquier sobre los desaparecidos del Ingenio Ledesma; las complicidades de Loma Negra, aunque la principal empresaria (Amalia Lacroze de Fortabat) murió; Vicente Massot del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca; los socios de Papel Prensa. Ahora, quienes sean sospechosos en un juicio abierto, no podrán tener ningún beneficio. Además, como decimos en el proyecto, también en función de los pactos, las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura se deben poder perseguir todo el tiempo necesario y con retroactividad.

 

Videla tortura ditadura

A morte não faz ninguém santo. Corrupto sempre corrupto.

Las deudas pendientes de la justicia en América Latina

justiça sangue

 

 

 

Los tiempos por venir dirán cuánta justicia se podrá alcanzar en los ámbitos más diversos al cabo de estas luchas por la vida y el desarrollo en cada uno de nuestros países.

La justicia tiene tantas deudas pendientes en América Latina – y en todas partes del mundo – que quizás llevará siglos, entre triunfos y reveses, para enderezar los miles de entuertos sembrados a lo largo de otros muchos siglos bajo el imperio de reinados de crímenes y explotación.

Sin embargo, en los últimos años – verdad que en un proceso más lento que lo deseado – algo se ha avanzado en poner fin a la impunidad de crímenes horrendos en América Latina. Los casos de la condena y muerte del dictador Videla en una cárcel en Argentina, la permanencia en la cárcel de Fujimori en Perú, la condena de Ríos Montt en Guatemala, aunque anulada por el Tribunal Supremo, pero aún pendiente de proseguir la misma causa, son ejemplos de cuánto se ha avanzado en el camino por llevar ante la justicia a los que en otras épocas fueron sacrosantos intocables en nuestros países.

Crímenes de lesa humanidad y crímenes menores han sido juzgados ejemplarmente, y con los individuos, han sido condenadas, a la vez, formas específicas de regímenes capitalistas que eran apoyados material y moralmente por el padrino universal de todos: los Estados Unidos.

Estos regímenes eran antes considerados como los prototipos, los dechados, las democracias representativas ideales, que merecían nuestros pueblos levantiscos. Frente a una supuesta amenaza comunista a los valores del mundo occidental, se optó por aquellos gobiernos de fuerza que eran ilegítimos por su origen, ya por elecciones o por golpes de estado, capaces de sumir a sus pueblos en un mar de sangre y de vender los recursos de los países en el libre mercado que dictaba una corrupción engreída. El vuelo del Cóndor, u operación masacre concebida en nuestra América, nunca imaginó que durante su marcha triunfalista de un país a otro, vendría una época en que se le cortaría las alas a aquel instrumento de dominación macabro y, mucho menos que, años después, llegaría la ocasión de hurgar en el pasado con ojos judiciales.

Algo se ha avanzado. Ahora también Brasil instaura una Comisión de la verdad. Quizás después venga la hora de abrir un espacio a la justicia ante la tremenda verdad que se descubra.

Sí, algo se ha avanzado, pero ¡qué lento andar! Aún existen muchos países donde en nombre de los muertos se solicita que se ponga fin a esa impunidad histórica mediante una acción justiciera de los gobiernos y de toda la sociedad. No obstante, hay una resistencia contumaz en muchos países para que se abran las puertas a la justicia. Fuerzas retrógradas, comprometidas con el pasado, emplean cuantos resortes pueden y saben manejar para que todo quede sepultado, como si fueran los difuntos reconocidos oficialmente como sepultados o como desaparecidos.

¡Qué decir de aquellos países que fueron sometidos a verdaderas políticas de exterminio y, sin embargo, todo transcurre en plena desmemoria y, por lo tanto, como si nada hubiera pasado o como si se tratara de un simple juego remoto de ajustes de cuentas!

Ante esta realidad cabe apuntar que se es cómplice, se es en cierta forma criminal cuando, convencidos de la certeza de prácticas de exterminio humano injustificable, se quiere -mediante el silencio, la ceguera simulada, la inacción o la prohibición- poner un valladar al ejercicio de la justicia, con su consiguiente efecto sancionador de los verdugos y reivindicador de las víctimas y sanador de sus descendientes y de todo el pueblo.

La lucha contra la impunidad es un asunto que no es sólo del presente. Su necesidad dimana de los retos que pueden preverse en el futuro.

Es obligado señalar que este proceso de imperio de la justicia frente a la criminalidad como política de Estado, se inició en Cuba con el triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, hace cincuenta y cuatro años. Fue entonces que, por primera vez en la historia de Cuba –según la expresión de Fidel- un pueblo juzgaba y sancionaba o ajusticiaba a sus verdugos.

Este acontecimiento ejemplarizante y ajustado a leyes previas de la Revolución, contó con un respaldo unánime del pueblo cubano que había padecido durante siete años a una dictadura sangrienta, y se enfrentó a ella al costo de más de 20 000 vidas.

Sin embargo, es obligado señalar también que la justicia no pudo dictar sentencia contra los mayores criminales y ladrones de aquella dictadura oprobiosa de Batista, pues estos se fugaron hacia el territorio de los Estados Unidos, donde, por supuesto, fueron bien acogidos y con los brazos abiertos, cual buenos aliados y servidores fieles. Allí han vivido ellos y sus descendientes, la mayoría holgadamente o ricachonamente, orquestando planes y realizando agresiones contra Cuba.

El territorio norteamericano devino paraíso de la impunidad continental, pues a partir de entonces, y particularmente ahora que en muchos países se pide cuentas a estos personajes criminales, muchos de ellos escapan y buscan refugio acogedor en ese país. ¡Vaya paradoja de una nación que representa a la llamada civilización occidental en este hemisferio! Para estos afamados criminales no existe extradición alguna, y menos juzgamiento en el territorio donde se han residenciado como ángeles, aunque aún acechan como águilas rapaces a sus países de orígenes.

Independientemente de las diferencias políticas legítimas a nivel nacional e internacional se debe reconocer que nunca debiera aceptarse que a los gobernantes y a sus seguidores se les permita cometer crímenes con impunidad contra sus pueblos u otros pueblos.

Y lo mismo que hemos dicho con respecto al crimen, se puede expresar sobre la corrupción: Antes del triunfo de la lucha armada en la Sierra Maestra, Fidel había señalado: “A las puertas de los malversadores, tocaremos después del triunfo de la Revolución”. Y así se cumplió como un mandato justiciero inaplazable.

Hoy la lucha contra los malversadores en la América Latina está ocupando también su lugar en los procesos transformadores de nuestras sociedades, especialmente en los revolucionarios y progresistas. Se impone esta batalla difícil contra la podredumbre prevaleciente en la mentalidad y actuación de dirigencias voraces que actúan bajo la capa del poder político, económico, financiero y otras esferas sociales chapadas a la antigua y moderna usanza capitalista.

Los tiempos por venir dirán cuánta justicia se podrá alcanzar en los ámbitos más diversos al cabo de estas luchas por la vida y el desarrollo en cada uno de nuestros países.

¿El Plan Cóndor envenenó a Joao Goulart y a Pablo Neruda?

Dos muertes dudosas

La primera analogía entre el deceso del ex presidente brasileño y el del poeta chileno son los certificados de defunción de ambos. Se investiga la participación del agente Michael Townley y el rastro de armas químicas.

Los restos de Goulart yacen en el estado de Rio Grande do Sul y próximamente serán desenterrados
Los restos de Goulart yacen en el estado de Rio Grande do Sul y próximamente serán desenterrados

Por Darío Pignotti
Desde Brasilia

¿El Plan Cóndor envenenó a Joao Goulart y a Pablo Neruda? Faltan informaciones para responder de forma categórica a esa pregunta, que prácticamente nadie se hacía diez años atrás y comenzó a cobrar consistencia con la exhumación del cuerpo del poeta chileno hace dos meses y el desentierro que se realizará próximamente de los restos del ex presidente brasileño, fallecido en Argentina cuando estaba en la mira de las dictaduras de Jorge Videla y las de sus colegas, Ernesto Geisel, en Brasil, y Aparicio Méndez, en Uruguay, mancomunadas en la red terrorista Cóndor.

El otrora inodoro e invisible rastro de las armas químicas que habrían sido empleadas para eliminar a enemigos de los regímenes de facto, ahora comienza a cobrar “alguna forma, todavía medio nebulosa, pero que nosotros vamos a investigar a fondo”, declaró Nadine Borges, integrante de la Comisión de la Verdad creada por la presidenta Dilma Rousseff, que tiene entre sus prioridades esclarecer cómo murió y, eventualmente, quién mató a Goulart.

La primera analogía entre el deceso del líder brasileño y el del escritor chileno Neruda son los certificados de defunción de ambos, viciados de ambigüedades y falsedades, uno emitido en Corrientes en diciembre de 1976, el otro en Santiago de Chile, en septiembre de 1973. Desde la semana pasada se agregó otro dato que endereza las pistas hacia la CIA y uno de sus agentes, Michael Townley, que también era miembro de los servicios chilenos. El norteamericano fue acusado como presunto culpable de la intoxicación de Neruda, nada menos que por el chofer del poeta, en declaraciones a la corresponsal en Santiago de la agencia italiana ANSA. El conductor Manuel Araya, hombre que gozaba de la confianza del escritor, estuvo con él hasta horas antes de fallecer en la exclusiva Clínica Santa María, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del derrocamiento de Salvador Allende.

La denuncia de Araya y la acción impulsada por el Partido Comunista de Chile fueron llevadas en serio por la Justicia, que ordenó exhumar el cuerpo del poeta el 8 de abril pasado, tarea confiada a peritos especializados y monitoreada por expertos de la Cruz Roja Internacional.

“Estoy tomando conocimiento a través suyo de esta denuncia contra el agente norteamericano Michael Townley, esto tiene importancia para nosotros. Entiendo que puede ser útil para nuestra investigación sobre la muerte del presidente Goulart antes de que se comience a hacer la exhumación, esto nos da más elementos para reconstruir lo que realmente ocurrió en 1976”, comentó la brasileña Nadine Borges, durante la conversación con Página/12.

“Townley estuvo comprometido en casos muy conocidos del Cóndor, si esta denuncia se confirmara, está claro que no podemos apresurarnos a dar nada por cierto todavía, sería otro dato. Porque nos demostraría que el Cóndor realmente utilizó el veneno como arma, y nos aportaría otro elemento para esclarecer qué pasó con Goulart”, abundó Borges, que asesora ad honorem a la coordinadora de la Comisión de la Verdad, Rosa Cardoso.

Si las sospechas contra Townley, cuadro importante de la DINA chilena, se confirmaran, por lo menos podrá reconstruirse uno de los capítulos más revulsivos, el de eliminación bioquímica de opositores en Chile y, presumiblemente, varios países de la región.

Townley, hoy residente en Estados Unidos con identidad falsa, beneficiado por la ley que protege delatores, fue un paradigma del Cóndor: un carnicero serial al servicio de la guerra sin fronteras contra el comunismo real y el imaginado por los generales sudamericanos. Fue Townley quien asesinó en 1975, en Washington, al ex canciller chileno Orlando Letelier, en 1975 participó del atentado que hirió gravemente al ex vicepresidente chileno Bernardo Leighton en Roma y pocos meses antes, en 1974, ejecutó en Buenos Aires al general democrático Carlos Prats, exiliados tras la irrupción de Pinochet.

A ese record terrorista se sumaría el hasta ahora no probado crimen contra Pablo Neruda, seguido con interés particular en Brasil, donde la semana pasada la Comisión de la Verdad recibió a los especialistas de la Cruz Roja que observaron el desentierro de los restos del poeta en Santiago. Especialistas argentinos y uruguayos también fueron consultados hace una semana por integrantes de la Comisión y representantes del gobierno brasileño, en el estado de Rio Grande do Sul, donde yacen los restos de Goulart desde el 7 de diciembre de 1976, cuando el dictador Ernesto Geisel ordenó que no fueran sometidos a autopsia.

“En estas averiguaciones hay que moverse con sumo cuidado para no dar pasos en falso”, recomienda Borges durante la entrevista con este diario en la que, luego de hacer esa advertencia, señaló que si bien “muchas pruebas fueron borradas por el tiempo, nosotros consideramos que lo correcto es no quedarse con dudas e investigar, por eso creemos que hay que avanzar tanto como se pueda con los estudios de lo que pasó con Neruda y Goulart, y buscar si hay algunos paralelos que me parece que pueden existir”, observa. Para llegar a la verdad sobre el pasado, señala Borges, se debe trabajar tanto con las herramientas técnicas que aportan los especialistas forenses como con la reconstrucción histórica de los hechos.

Sostiene Borges que tal vez no haya un vínculo factual entre las dos muertes (Goulart y Neruda), pero eso no quita que de los restos del escritor surjan indicios que ayuden a entender otro magnicidio químico: el del ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, también ocurrido en la fatídica clínica Santa María. Son casi incontestables las evidencias de que Frei Montalva fue intoxicado a comienzos de 1982 por agentes pinochetistas, empleando un modus operandi similar al que habría terminado con la vida de Neruda.

Aquí emerge otro paralelo entre el terrorismo de Estado chileno y el brasileño, que no es químico, sino político. Al asesinar a Frei Montalva, Pinochet se quito del camino a un político moderado capaz de aglutinar simpatías progresistas y conservadoras comprometidas con la transición democrática. Una matriz política similar habría sido la que guió a los militares brasileños frente a Goulart, cuyo asesinato no está probado. Joao “Jango” Goulart era un dirigente nacionalista de centroizquierda, componedor, con interlocutores en todo el arco político brasileño, que había cultivado amistades en el peronismo argentino y la izquierda uruguaya, alguien, en suma, con los atributos para comandar la disputa por la reapertura democrática, un personaje incómodo para el dictador Geisel. (Transcrito do Página 12)

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O novo Papa e a atualidade do espírito de São Francisco

por Leonardo Boff

Lucas Nine
Lucas Nine

Pelo fato de o atual papa ter escolhido o nome de Francisco, muitos voltaram a se interessar por essa figura singular, talvez uma das mais luminosas que o cristianismo e o próprio Ocidente já tenham produzido: Francisco de Assis.

Seguramente, podemos dizer que, quando o cardeal Bergoglio escolheu esse nome, quis sinalizar um projeto de Igreja na linha do espírito de são Francisco, que optou por viver o evangelho puro, ao pé da letra, na mais radical pobreza, numa simplicidade quase ingênua e numa humildade que o colocava junto à terra, no nível dos mais desprezados da sociedade. Nunca criticou o papa ou Roma. Simplesmente, não lhes seguiu o exemplo. Para aquele tipo de Igreja e de sociedade, confessava explicitamente: “Quero ser um ‘novellus pazzus’, um novo louco” – louco pelo Cristo pobre e pela “senhora dama” pobreza, como expressão de total liberdade: nada ser, nada ter, nada poder, nada pretender.
Resistiu o mais que pôde e, no fim, teve que se render à mediocridade e à lógica das instituições que pressupõem regras, ordem e poder. Mas não renunciou ao seu sonho. Frustrado, voltou a servir aos hansenianos, deixando que seu movimento, contra sua vontade, fosse transformado na Ordem dos Frades Menores.

A humildade ilimitada e a pobreza radical lhe permitiram uma experiência que vem ao encontro de nossas indagações: é possível resgatar o cuidado e o respeito para com a natureza?
Francisco mostrou essa possibilidade e sua realização mediante uma prática vivida com simplicidade e paixão. Ao não possuir nada, entreteve uma relação direta de convivência, e não de posse, com cada ser da criação.

QUESTÃO DE RESPEITO

A pobreza e a humildade assim praticadas não têm nada de beatice. Supõem algo prévio: o respeito ilimitado diante de cada ser. Cheio de devoção, tira a minhoca do caminho para não ser pisada, enfaixa um galhinho quebrado para que se recupere, alimenta no inverno as abelhas que esvoaçam perdidas. Ao renunciar a qualquer posse de bens, rechaçando tudo o que poderia colocá-lo acima de outras pessoas e acima das coisas, possuindo-as, emergiu como irmão universal. Foi ao encontro dos outros com as mãos vazias e o coração puro, oferecendo-lhes apenas a cortesia, a amizade, o amor desinteressado, cheio de confiança e ternura.

A fraternidade universal surge quando nos colocamos com grande humildade no seio da criação, respeitando todas as formas de vida e cada um dos seres. Essa fraternidade cósmica, fundada no respeito ilimitado, constitui o pressuposto necessário para a fraternidade humana. Sem esse respeito e essa fraternidade, dificilmente a Declaração dos Direitos do Homem terá eficácia. Haverá sempre violações, por razões étnicas, de gênero, de religião e outras.

Essa sua postura de fraternidade cósmica, assumida seriamente, poderá animar nossa preocupação ecológica de salvaguarda de cada espécie, de cada animal ou planta, pois são nossos irmãos e irmãs. Sem a fraternidade real, nunca chegaremos a formar a família humana que habita a “irmã e Mãe Terra” com respeito e cuidado. Essa fraternidade demanda inarredável paciência, mas encerra também uma grande promessa: ela é realizável. Não estamos condenados a liberar o animal feroz que nos habita e que ganhou forma em Videla, Pinochet, Fleury e em outros covardes torturadores.
Oxalá o papa Francisco de Roma, em sua prática de pastor local e universal, honre o nome de Francisco e mostre a atualidade dos valores vividos pelo “fratello” de Assis.

De volta ao Brasil Grande?

por Jacques Gruman

Brasil-Ame-o-Deixe-o

Em julho de 2004, visitei Santiago. Fiz questão de conhecer o Palácio de La Moneda, céu e inferno da experiência socialista de Salvador Allende. Fazia um frio polar, desses de congelar pinguim de geladeira. No portão, uma guarda solene recebia os visitantes e fazia uma revista discreta. Afinal de contas, ali era o local de trabalho do presidente da República. Educadamente, o sentinela encapotado falou-me alguma coisa que não entendi. De imediato, e por conta e obra de fantasmas inapagáveis, levantei os braços. Aí aconteceu o inusitado. O soldado disse-me, visivelmente constrangido, que aquilo não era necessário, que a situação lhe trazia “lembranças ruins”. Percebi a mancada a tempo de manifestar-lhe solidariedade. Éramos irmãos atemporais de memórias sofridas.

Quando Allende assumiu a presidência do Chile, em 1970, a barra andava pesada na Ilha do Fundão, onde eu cursava engenharia química. Soldados invadiam a ilha, fazendo arrastões e prendendo a rodo. As engrenagens do terror de Estado surfavam no apoio da classe média, do Milagre Econômico (arquitetado pelo “neoprogressista” Delfim Netto, oráculo sinistro da caserna).

Naquele ano, o Brasil ganhou a Copa do Mundo de futebol com uma seleção brilhante e uma campanha publicitária recheada de clichês patrioteiros. Os 90 milhões em ação do Miguel Gustavo serviram de trilha sonora para a repressão, a censura e a tortura. Presos políticos da época contam que os torturadores interrompiam o suplício para acompanhar as partidas. Patriotadas oficiais escondiam o Brasil real, que sangrava e estava amordaçado.

PRÁ FRENTE, BRASIL

O guarda chileno e suas lembranças tristes surgiram das brumas quando vi a inacreditável campanha que o governo federal acaba de lançar para promover a Copa de 2014 (http://www.brasil.gov.br/noticias/arquivos/2013/05/27/campanha-publicitaria-para-a-copa-2014-traz-brasil-como-a-patria-de-chuteiras). É duro ter aguentado os “ame-o ou deixe-o”, “integrar para não entregar” e “esse é um país que vai p’ra frente”  e vê-los ressuscitados numa retórica ufanista e debiloide. Reafirmando o mito surrado de que somos o país “da alegria”, a propaganda passeia pelo patriotismo tacanho e garante que somos “200 milhões de brasileiros que jogam juntos, acreditam até o último instante e transformam tudo em paixão”. Usaram recursos públicos para produzir este lixo de aroma verde-oliva, que não resiste a três neurônios de análise. Chamem o Zé Trindade !!

Os sábios de Brasília dizem que “o Brasil não vai fazer só uma Copa do Mundo, vai fazer a melhor Copa de todos os tempos”. De onde tiraram isso? O que vimos até agora foi a construção de um colar de elefantes brancos e corrupção a céu aberto. O estádio Mané Garrincha, em Brasília, teve a capacidade aumentada para mais de 70 mil lugares, o equivalente a quase 3% de toda a população brasiliense. As obras do Maracanã, que já havia sido reformado para o Pan de 2007, custaram 50% a mais do que foi orçado no início. Quem vai investigar? Quem se beneficia disso? Après moi, le deluge. A cobertura do estádio da Fonte Nova, em Salvador, não resistiu a uma chuva mais forte.

grand finale da peça publicitária é o retorno à pátria de chuteiras. Criada pelo Nélson Rodrigues em plena ditadura, no estilo reacionário-elegante típico do grande escritor, a expressão serviu para desenhar uma perigosa cartada: a de que é desejável que os brasileiros esqueçam suas diferenças e se unam em torno da seleção nacional. com o radinho de pilha. Nada mais adequado para qualquer governo em ano de eleição. Nada mais estúpido e antiesportivo do que o fanatismo por trás de sagradas chuteiras. Nada mais patético do que as vítimas do arbítrio repetirem mantras dos algozes.

Nada mais conveniente para o general Médici
Nada mais conveniente para o general Médici

UFANISMO

O ufanismo serve a vários senhores. A galvãobuenização do país nutre a apatia, mediocrizando temas e análises. A megalomania fixa no imaginário popular uma falsa ideia de potência e cria alvos fantasiosos (“somos melhores e maiores do que os outros”, que, por consequência, devem se curvar a nós). A lobotomia propagandística esteriliza a capacidade crítica e torna o povo refém de interesses não revelados. Quem tem a ousadia de papaguear que somos “200 milhões de brasileiros que jogam juntos” perdeu o rumo e o prumo. Será que empreiteiros brasileiros jogam no mesmo time dos operários que construíram/reformaram os estádios e jamais poderão frequentá-los (os ingressos terão preços inacessíveis à grande maioria)? Será que os pais e alunos da Escola Municipal Friedenreich, ameaçada de demolição para facilitar o escoamento de torcedores no Maracanã, vestem a mesma camisa dos que querem destruí-la? Será que o Brasil chegou, meio sem querer e assobiando, à sociedade sem classes ?

Ainda sobre a pátria de chuteiras, cabe um derradeiro comentário. O futebol, hoje, não tem nada a ver com aquele que se jogava na época de Nélson Rodrigues. Virou, como registrei na semana passada, um negócio. A seleção rodrigueana tinha cacoete local, todos os jogadores atuavam em times brasileiros. A torcida tinha contato permanente com eles. Assistia aos treinos, via-os aos domingos. O que se vê hoje é uma legião multinacional, reunida circunstancialmente, para a qual a noção de pátria passa batida. Capital não tem fronteira, tem interesses. Longe de ser fenômeno caboclo, virou regra. A bobagem que o governo federal divulga nas televisões ignora essas mudanças e nos faz retroceder a oba-obas de triste memória.

Gostaria que isso não passasse de um pesadelo. Amanhã acordaria e, aliviado, constataria que tudo não passara de imaginação. Bem ao estilo de um maravilhoso samba de breque do imortal Moreira da Silva, Acertei no milhar (http://letras.mus.br/moreira-da-silva/393251/). O malandro sonha que ganhou no jogo do bicho, faz planos delirantes e, no final, descobre que tinha sonhado. Temo, entretanto, que vem por aí uma avalanche eufórico-nacionalista, com uma parceria amigável entre governos e imprensa (para isso a PIG será muito útil aos projetos oficialistas …). Afinal de contas, dona Dilma pagou o mico de balançar a caxirola e não vai perder uma oportunidade dessas. 

(Transcrevi da Tribuna da Imprensa)

Una tumba para el genocida

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El suspenso en torno de los restos del genocida Jorge Rafael Videla terminó al fin ayer. Según la familia dio a conocer al Juzgado Número 3 de Morón, la esposa e hijos del dictador que encabezó la última dictadura cívico-militar argentina entre el 24 de marzo de 1976 y 1981 decidieron sepultarlo en el cementerio privado Memorial de Pilar, el mismo día en que lo retiraron de la morgue judicial. El titular del juzgado, Juan Pablo Salas, solicitó a ese cementerio información sobre la ubicación “exacta” en la que se depositó el cuerpo, sobre el que pesa aún la prohibición a ser cremado.

La versión de que Videla había sido enterrado en el Memorial de Pilar es la que había circulado con mayor fuerza el jueves de la semana pasada en Mercedes, la ciudad natal del genocida, mientras gran parte de los habitantes de esa ciudad aguardaban la llegada de los restos para rechazar su entierro en el cementerio municipal.

Según informó el sitio de noticias judiciales Infojus, ese mismo día la familia de Videla depositó sus restos en el cementerio de Pilar, el mismo sitio en el que fueron inhumados los del genocida Emilio Massera y los del ex ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz. Así consta en la licencia de inhumación expedida por el registro civil de Marcos Paz, que uno de los hijos del represor, Pedro Videla, que es médico, presentó ayer por la mañana en el Juzgado Número 3 de Morón, al oeste del conurbano bonaerense. En ese certificado, el Registro Civil “dispone” el traslado del cuerpo desde la morgue a la institución de la localidad de Pilar.

Al recibir la constancia, el juez Salas instó al cementerio, a través de un escrito, a que con “carácter urgente” remita al juzgado “toda la información sobre el lugar exacto” en el que fueron depositados los restos de quien concentró el poder máximo durante los primeros años del terrorismo de Estado. Salas es el magistrado a cargo del expediente que investiga las causas que ocasionaron la muerte de Videla.

Hasta su muerte, el pasado viernes 17 de mayo, el genocida había recibido tres condenas por las violaciones a los derechos humanos que cometió mientras duró la última dictadura –una sola firme, la del Juicio a las Juntas; una a 50 años de prisión, por el plan sistemático de robo de bebés– y estaba siendo juzgado por el Plan Cóndor. Murió aquel viernes, entre las 6 y 8.30, en su celda del pabellón de condenados y procesados por delitos de lesa humanidad que hay en el penal federal de Marcos Paz. Allí fue encontrado por un guardiacárcel, “con rigidez pupilar” y sin pulso, en el inodoro de la celda. Su cuerpo permaneció en la morgue judicial durante una semana.

Salas actuó rápido y ordenó la realización de una autopsia para determinar los motivos de la muerte. El jueves siguiente informó a los familiares que Videla había fallecido de un paro cardíaco provocado por lesiones y fracturas.

Ese mismo día, el juez otorgó a la esposa y los hijos del dictador el permiso para retirar el cuerpo de la morgue judicial. Sin embargo, no permitió su cremación. Fue entonces que comenzó el suspenso en torno del destino final de los restos, los rumores y, al mismo tiempo, la discordia.

La ciudad de Mercedes fue el primer lugar mencionado como destino final del genocida, quien nació y recorrió los primeros años de su vida allí. No bien comenzó a circular la versión de que su esposa e hijos decidirían inhumarlo en el panteón que la familia posee dentro del cementerio municipal, gran parte del pueblo mercedino alzó la voz en rechazo a que fuera enterrado en ese lugar.

Las fuerzas políticas y organismos de derechos humanos de Mercedes explicitaron su negativa a que los restos de Videla llegasen a la ciudad, aunque las autoridades reconocieron, entonces, que no contaban con herramientas legales para evitar tal situación. Varias decenas de personas permanecieron en alerta en la puerta del cementerio de la ciudad el día en que la familia de Videla lo retiró de la morgue. Sin embargo, nunca lo vieron llegar. (El País, Argentina)

Videla, alma penada

A justiça antiga mandava salgar a terra que sepultava o cadáver dos condenados pela prática de crime políticos. Hoje preferem que seja em locais desconhecidos. Certamente que algumas injustiças podem ser praticadas.

Nos casos de genocídios não tem erro. É cremar o corpo e jogar as cinzas em um pântano. Em um deserto.

Nada (Teologia, Filosofia, Política, Ciências Médicas) justifica um holocausto, um crime contra a Humanidade.

 

VECINOS Y ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS REPUDIAN QUE EL DICTADOR VIDELA SEA ENTERRADO EN EL CEMENTERIO MUNICIPAL

 

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Por Laura Vales
Los vecinos de Mercedes no quieren que Jorge Rafael Videla sea enterrado en su cementerio. La versión de que su cuerpo podría ser llevado al panteón que tiene ahí su familia movilizó a las fuerzas políticas y organismos de derechos humanos, que salieron a repudiar la figura del dictador. La Dirección de Derechos Humanos de la Municipalidad colgó de lado a lado en la entrada del cementerio 22 paneles en los que se puede leer la historia de los desaparecidos mercedinos. Los carteles van a quedar en el lugar, para que si Videla es llevado al panteón, el cortejo deba pasar junto a los nombres de sus víctimas.

El cementerio es municipal y muy antiguo; casi todas las familias que tienen o tuvieron peso en Mercedes cuentan con su bóveda. Los Videla tienen una donde están los restos del padre del dictador, Rafael Eugenio Videla, y le quedan dos sitios libres. No necesitan de la autorización del municipio para llevar ahí el cuerpo, aunque sí deben informarlo previamente. Hasta ahora no han realizado el trámite.

Ayer, el juez federal Pablo Salas notificó a la familia de Videla que a partir de las 16 podían retirar el cuerpo para su inhumación, aunque como la causa sobre el fallecimiento todavía está abierta, no tienen autorización para cremarlo.

El informe preliminar de la autopsia determinó que Videla murió el viernes como consecuencia de un paro cardíaco derivado de las lesiones y fracturas que sufrió cinco días antes, al caerse cuando se bañaba.

Según el estudio, Videla tuvo el domingo “una caída mientras se duchaba en uno de los baños del Penal de Marcos Paz, que le habría producido fracturas en el pubis y en una de sus costillas”. El preso estaba tomando medicación anticoagulante, lo que, con las fracturas provocadas por la caída, le produjo una hemorragia interna que derivó en un paro cardíaco.

El juez Salas ordenó, junto con la autopsia, una serie de estudios complementarios, entre ellos uno toxicológico, que estará terminado recién dentro de 20 días. Por esto, los familiares no tienen autorización para la cremación, como era su intención inicial. En el juzgado no descartan, por otra parte, la posibilidad de que la familia pueda pedir nuevas pericias, por lo que los restos no pueden incinerarse.

Las reacciones ante la posibilidad de que sea llevado a Mercedes atravesaron todo el arco político de la ciudad. Desde La Cámpora, Eduardo “Wado” de Pedro, parte de una familia mercedina con varios desaparecidos, no se opuso a que sea enterrado allá, pero apuntó que le hubiera gustado que el represor “dijera dónde están enterrados los cuerpos de nuestros familiares desaparecidos para poder llevarles una flor, cosa que no podemos hacer nosotros y sí podrán los familiares de él”.

“No tengo resquemor de que esté en Mercedes, porque cuando uno muere, se terminó quien era”, dijo en el mismo sentido Juan Carlos Benítez, actual edil de Mercedes y ex detenido-desaparecido del centro clandestino El Vesubio. Otros vecinos pidieron a través de las redes sociales a la intendencia “que haga algo para que no traigan” a Videla al cementerio local.

El tema es especialmente doloroso porque en el cementerio donde está el panteón de la familia Videla están tres de los padres palotinos asesinados en la masacre de San Patricio: Pedro Duffau, Alfredo Leaden y Alfredo Kelly, recordó ayer el director de Derechos Humanos local, Marcelo Melo. Sus nombres, junto con una reseña de cómo murieron, están entre los paneles que la intendencia mandó a instalar ayer en la puerta, en una mañana fría y nublada. “Hasta ahora habíamos usado los paneles como muestra itinerante. Los llevamos al cementerio después de hablar con la gente de la Comisión de familiares y amigos de desaparecidos, con la intención de hacer un gesto que mostrara que tenemos memoria y estamos a favor de la justicia.”

Videla ya era persona no grata en Mercedes, la ciudad donde había nacido el 2 de agosto de 1925. En 1998, el Concejo Deliberante, por unanimidad, había votado esa declaración de indeseable, que compartía con Emilio Eduardo Massera. El dictador no había vivido en Mercedes muchos años, ya que ingresó siendo muy joven a la escuela militar. Cuando era presidente de facto hizo una visita oficial que estuvo rodeada de la acostumbrada fanfarria que acompañaba sus llegadas a las ciudades del interior; pero tras la caída de la dictadura, verlo en las calles de la ciudad donde vive su única hermana, María Videla de Espil, no fue lo habitual.

En el debate hubo dirigentes que se mostraron abiertamente en contra de que la tumba de Videla se instale en su ciudad. “No queremos que Mercedes se convierta en el lugar de paseo y reverencia de la derecha fascista, ni que el genocida sea enterrado al lado de compañeros que perdieron la vida durante su dictadura”, planteó José Luis Pisano, del Partido Socialista.

En el local de su partido, conocido como la Casa del Pueblo, durante la tarde se reunieron los dirigentes de la izquierda local para discutir una respuesta común. Acordaron realizar, mañana a las siete de la tarde, un acto en la plaza principal para repudiar a la figura de Videla. Además del socialismo participarán el Partido Comunista, Nuevo Encuentro, la asamblea popular de Mercedes, el Partido Obrero y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.

“Estamos satisfechos de que Videla haya muerto condenado”, sostuvo José Lasalle, de la Liga, en ese sentido, “pero al mismo tiempo no debemos olvidar que su muerte no es un punto y aparte, porque hay que continuar con las investigaciones. Desgraciadamente murió sin dar ninguna información con respecto a tantos nietos de los que no sabemos el paradero”.

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Jango, Geisel, Videla y Kissinger

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Los preliminares del Plan Cóndor

 

Por Darío Pignotti

Videla cumplió el papel que de él se esperaba en el Plan Cóndor, el pacto terrorista que 27 años atrás ocupó un capítulo importante de la agenda de Argentina y Brasil, donde el dictador Ernesto Geisel recibió de buen grado la “nueva” política externa del proceso de reorganización nacional (e internacional), tal como se lee en los documentos, en su mayoría secretos hasta hoy, obtenidos por Página/12.

“Fue con la mayor satisfacción que recibí, de manos del excelentísimo señor contraalmirante César Augusto Guzzetti, ministro de Relaciones Exteriores y Culto, la carta en que su excelencia tuvo la gentileza de hacer oportunas consideraciones respecto a las relaciones entre nuestros países… que deben seguir el camino de la más amplia colaboración.”

La correspondencia de Ernesto Beckman Geisel dirigida a Videla exhibe una camaradería cargada de adjetivos que no era lo característico en ese general criado en una familia de pastores luteranos alemanes. “Brasil, fiel a su historia y a su destino irrenunciablemente americanista, está seguro de que nuestras relaciones deben basarse en una afectuosa comprensión (…) y en el permanente entendimiento fraterno”, abunda Geisel, el mismo que había reducido casi a cero las relaciones con los presidentes Juan Perón e Isabel Martínez, cuando sus embajadores en Argentina parecían menos interesados en visitar el Palacio San Martín que frecuentar los casinos militares intercambiando ideas sobre cómo sumar esfuerzos en la “guerra contra la subversión”.

La carta de Geisel a Videla, del 15 de diciembre de 1976, llegó a Buenos Aires dentro de una valija especial, no a través de un cable como era lo habitual, dice el documento “secreto y urgentísimo” reproducido junto a esta nota.

El 6 de diciembre de 1976,

nueve días antes de la correspondencia de Geisel, había muerto en su exilio de Corrientes el ex presidente Joao Goulart,

quien, de acuerdo con pruebas incontestables, fue uno de los blancos prioritarios del Cóndor brasileño, que lo espió durante años en Argentina, Uruguay y Francia, donde realizaba consultas médicas por su afección al corazón.

Más: está demostrado que el 7 de diciembre de 1976, la dictadura brasileña prohibió realizar una autopsia de los restos de líder nacionalista, y potencial amenaza a la transición por goteo de Geisel, a raíz de un paro cardíaco de origen incierto. No hay elementos concluyentes, pero sí sospechas plausibles, de que Goulart fue envenado con pastillas disimuladas entre sus medicamentos en una acción concertada por los regímenes de Brasilia, Buenos Aires y Montevideo, y así lo entendió la Comisión de la Verdad de la presidenta Dilma Rousseff al ordenar la exhumación del cuerpo enterrado en la ciudad sureña de São Borja, sin custodia militar porque el Ejército se negó a darla hace 10 días, luego de recibir un pedido de las autoridades civiles.

Volvamos a la correspondencia de Geisel del 15 de diciembre de 1976. El brasileño la escribió en respuesta a otra de Videla (3/12/76), en la que éste se decía persuadido de que la “Patria (…) vive una instancia dinámica en el plano de las relaciones internacionales, particularmente en su activa y fecunda comunicación con las naciones hermanas”.

“La perdurable comunidad de destino americano nos señala hoy, más que nunca, el camino de las realizaciones compartidas y la búsqueda de las grandes soluciones”, proponía Videla, muerto junto a sus secretos de los crímenes transnacionales sobre los que no quiso hablar ante el Tribunal Federal Nº 1 donde se tramita la megacausa Cóndor.

Los que estudiaron esa maraña terrorista sudamericana sostienen que ésta se valió de los servicios de la diplomacia, especialmente en el caso brasileño, donde los cancilleres habrían sido funcionales a los imperativos de la guerra sucia.

Por lo tanto, este intercambio epistolar enmarcado en la diplomacia presidencial de Geisel y Videla puede ser leído como un contrapunto de mensajes cifrados sobre los avances del terrorismo binacional en el combate a la resistencia brasileña o argentina. Todo sea por “el recíproco interés de nuestros países”, escribió Videla. En diciembre de 1976, nueve meses después del derrocamiento del gobierno civil, la tiranía argentina demostraba que, más allá de algunas sonoras divergencias geopolíticas con el socio mayor, por lo bajo existía una complementación en las acciones secretas “contra la subversión”.

Así, poco después del derrocamiento de Isabel Martínez, el entonces canciller brasileño y antes embajador en Buenos Aires, Francisco Azeredo da Silveira, recomendó cerrar las fronteras para colaborar con Videla e impedir la fuga de guerrilleros y militantes argentinos.

Por su parte, Videla, asumiéndose como comandante del Cóndor celeste y blanco, consentía la cacería de opositores brasileños, posiblemente contando con algún nivel de coordinación junto a los agregados militares (los mortíferos “agremiles”) destacados en el afrancesado Palacio Pereda, sede de la misión diplomática en la calle Cerrito, donde según versiones, había un número exagerado de armas de fuego. Entre marzo, mes del golpe, y diciembre de 1976 fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina los brasileños Francisco Tenorio Cerqueira junior, Maria Regina Marcondes Pinto, Jorge Alberto Basso, Sergio Fernando Tula Silberbeg y Walter Kenneth Nelson Fleury, dice el informe elaborado por el Grupo de Trabajo Operación Cóndor, de la Comisión de la Verdad.

El organismo fue presentado por Dilma Rousseff ante los rostros contenidamente iracundos de los comandantes de las Fuerzas Armadas, los únicos, entre el centenar de convidados a la ceremonia, que evitaron aplaudirla.

Al finalizar aquel acto realizado en noviembre de 2011, el entonces secretario de Derechos Humanos argentino, Eduardo Luis Duhalde, ya fallecido, declaraba a este diario que uno de los secretos mejor guardados del Plan Cóndor era la participación de Brasil y su conexión con Argentina, y que esa sociedad delictiva sólo se develará cuando Washington libere documentos brasileños con la misma profusión que soltó papeles clasificados sobre Argentina y Chile.

Averiguar hasta dónde llegó la complicidad de Buenos Aires y Brasilia será más difícil tras el fallecimiento de Videla, pero no hay que desestimar las pistas diplomáticas.

El 6 de agosto de 1976, un cable confidencial redactado en la embajada brasileña informa a sus superiores que el ministro de Exteriores Guzzetti habló sobre la nueva política externa vigente desde que las “Fuerzas Armadas asumieron el poder” y la vocación de aproximarse más a Brasil, luego de años de distanciamiento.

A lo largo de 1976, los cancilleres Azeredo da Silveira y Guzzetti mantuvieron reuniones entre sí y con el principal fiador del Cóndor, Henry Kissinger, que según papeles desclasificados hace años a pedido de la National Security Archive, les recomendó a ambos ser eficaces en la faena de aplastar al enemigo.

“Nosotros deseamos lo mejor para el nuevo gobierno (de Videla), deseamos su éxito (…) Si hay cosas que hacer, ustedes deben hacerlas rápido”, recomendó el Premio Nobel de la Paz norteamericano al marino canciller Guzzetti en junio de 1976.

 

(Transcrito El País)

Por Horacio Verbitsky

 

ar_pagina12. videla o maldito

En los últimos años de su vida, cuando se desengañó de la dictadura, Jorge Luis Borges no les ahorró pullas a sus ejecutores militares, que mueren en sus camas sin haber oído silbar una bala. Un general le informó furioso sobre los riesgos que había corrido. Me retracto, una vez un general argentino oyó silbar una bala, corrigió Borges. Esa idea de militares de escritorio, opuesta a la mitología del coraje que Borges glorificó en su poesía, le cuadra al ex dictador Jorge Rafael Videla, muerto mientras dormía en la mañana del viernes, a los 87 años.

Jefe del Ejército desde mediados de 1975 y presidente de facto escogido por la Junta Militar en 1976, Videla fue el jefe máximo de lo que el martes volvió a llamar “lucha antisubversiva”, al negarse a declarar en la causa por el plan Cóndor, por desconocer la competencia de la justicia civil para ocuparse de esos crímenes. La primera condena a reclusión perpetua que recibió, pronunciada el 10 de diciembre de 1985 por la Cámara Federal de la Capital, fue justamente como autor de escritorio, desde el vértice de un aparato organizado de poder.

Los titulares de los medios que lo apoyaron son el mejor testimonio de la soledad a la que fue abandonado por sus mandantes. “Murió Jorge Rafael Videla, símbolo de la dictadura militar”, anunció el portal de La Nación. “Murió Videla, ideólogo del terror de la peor dictadura de la Argentina”, fue la portada de Clarín. En los avisos fúnebres publicados por el diario de registro no hay una sola firma significativa de sector alguno de la sociedad. Sólo amigos personales y, pocos, camaradas.

Videla era el único sobreviviente de la primera Junta Militar, que integró con el marino Emilio Massera y el aviador Ramón Agosti. De la segunda Junta sólo queda con vida Omar Graffigna, el aviador que fue absuelto en 1985 y detenido este año por el juez federal Daniel Rafecas, quien secuestró de su domicilio actas secretas de la Junta Militar y material de Inteligencia. Hace dos meses y a la misma edad que Videla murió su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, condenado por el secuestro extorsivo de dos empresarios. “Llegamos a decirle de Bergoglio”, contó su hijo a La Nación. La diferencia es que Videla pasó sus últimos días en una habitación de la cárcel de Marcos Paz, mientras Martínez de Hoz gozó del arresto domiciliario frente a la arbolada Plaza San Martín.

Ni el papa Francisco ni la Conferencia Episcopal argentina hicieron conocer la posición de la jerarquía católica sobre la muerte del jefe de la Cruzada, al que le permitieron comulgar hasta el final de sus días. Sólo se conoció el repudio de miembros del Movimiento Carlos Mugica de Sacerdotes en Opción por los Pobres.

 

Juzgado y condenado

 

Otra coincidencia generalizada entre quienes se pronunciaron fue que Videla había muerto en la vejez, juzgado y condenado en democracia, posibilidad que no tuvieron sus jóvenes víctimas. Esto es cierto y distingue al extraordinario proceso de Justicia que singulariza a la Argentina en el mundo, a partir de la reapertura de las causas en 2001. Sin embargo, a sus 87 años, la única condena firme contra Videla es la que pronunció la Cámara Federal de la Capital en 1985, lo cual también marca los desafíos pendientes. (…)

Pero el 59 por ciento de esas sentencias son de primera instancia, 24 por ciento han sido confirmadas en segunda instancia, 2 por ciento quedaron firmes porque no fueron apeladas ante la Corte Suprema y sólo el 15 por ciento recibieron confirmación del máximo tribunal, tan absorbido por la defensa de la libertad.

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Videla.El Mundial que armó para perpetuarse

EL MUNDIAL ’78 QUE ARGENTINA GANO MIENTRAS TORTURABAN GENTE A POCAS CUADRAS DE RIVER

Por Gustavo Veiga

El entonces capitán de la Selección, Daniel Passarella, llevó de obsequio una pelota al dictador Jorge Videla.
El entonces capitán de la Selección, Daniel Passarella, llevó de obsequio una pelota al dictador Jorge Videla.

Los pulgares en alto, la sonrisa cínica, el bigote casi hitleriano, el sobretodo negro y la Copa del Mundo entregada al capitán Daniel Passarella. Esa postal de Videla el 25 de junio de 1978 sintetiza el clímax de la obra cumbre que montó la dictadura con el afán de perpetuarse. Tratándose del genocida muerto, reflejaría un contrasentido, pero no es así: al general de figura desgarbada y modales afectados, poco le importaba el deporte. Y en particular uno, el fútbol. Era insospechable de sentir esa pasión tan propia de los argentinos por alguna camiseta. Claro que un Mundial es otra cosa. Aquel de hace 35 años representaba un capital simbólico para el régimen cívico-militar. Si lo acompañaba el éxito, pensaba que podría llegar mucho más lejos.

Los aires de perpetuación en el poder se transformaron para él en cadena perpetua. Hasta ayer, Videla la cumplía en una cárcel común: el penal de Marcos Paz. El anciano ex general de 87 años que nunca se arrepintió de sus crímenes quedó asociado a ese evento mundialista para siempre. En su defensa, llegó a decirle a la revista española Cambio 16 el 20 de febrero del año pasado: “Mostramos al mundo que podíamos y sabíamos organizar una actividad internacional de estas características; fue un gran avance y en apenas unos meses, pues antes no habían comenzado los trabajos, desarrollamos todas las capacidades para este Mundial. Los anteriores gobiernos que nos antecedieron no habían hecho nada”.

Esas ínfulas no se compadecen con la prehistoria del Mundial. En la cúpula del régimen, el dictador era uno de los menos entusiasmados con la idea de organizarlo. Cuando la jornada inaugural del 1º de junio del ’78 todavía parecía lejana, lo terminó de convencer su pariente político, el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste, hombre fuerte del fútbol argentino. El marino era primo hermano de la esposa de Videla, Raquel Hartridge. Su poder en el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM), un organismo descentralizado, se robusteció con el asesinato del general Omar Actis, su presidente hasta agosto del ’76. El crimen fue cargado a la cuenta de la guerrilla, que jamás lo reivindicó como propio. La sospecha de que la Marina había sido la responsable nunca se disipó hasta hoy.

El 21 de febrero de 1977, el nuevo presidente del EAM, el general Antonio Merlo –una marioneta de Lacoste–, dijo que “los ingresos del Mundial superarán los gastos en un 30 por ciento”. En septiembre, predecía ganancias por 23 millones de pesos y 35.000 turistas. No contento con las previsiones, más adelante asumía que los costos ascenderían hasta 450 millones. El Mundial de la dictadura le habría salido al país 517 millones de dólares, 400 más que los pagados por España en la siguiente edición de 1982. El saldo económico jamás se conoció con precisión, ya que nunca fue presentado un balance. Videla lo dejaba hacer al primo de su mujer.

En la ESMA, a menos de diez cuadras del estadio de River, donde se jugaron –entre otros partidos– el que abrió el Mundial entre Alemania y Polonia y la final que el seleccionado de César Luis Menotti le ganó a Holanda, se secuestraba, torturaba y arrojaba al Río de La Plata a los detenidos desaparecidos. Con el cinismo que lo caracterizaba, el genocida describió en aquella entrevista que le dio a la revista española: “Le Monde llegó a reproducir un reportaje de un periodista que se imaginaba que unos disparos que sonaban en los alrededores del estadio, procedentes del Tiro Federal Argentino cercano, eran las balas dirigidas a un pelotón de personas fusiladas. El estadio estaba a dos cuadras del polígono de tiro y el periodista, obviamente, quería denigrarnos al precio que fuera”.

La historia de Videla y el Mundial, su versión, es tan descolorida como las imágenes de ATC que se vieron a lo largo del torneo. Un represor en blanco y negro al que recién le volvió cierta tonalidad a la cara cuando le cedió la Copa a Passarella. Porque sólo la final pudo transmitirse en color. Ayer, el actual presidente de River dijo sobre la muerte del hombre que encabezó el golpe del ’76: “Se van cerrando las heridas. Sigamos construyendo hacia el futuro”. Una despedida a su estilo. Nunca comprometida.

El otro momento emblemático del dictador durante el Mundial ocurrió en Rosario, antes del partido clave contra Perú que la Selección Nacional ganó 6 a 0. Escribe el periodista Ricardo Gotta en su libro Fuimos campeones, editado en 2008 para el trigésimo aniversario del torneo: “Videla dio un pequeño paso al frente como para ser visto claramente por todos. No le hacía falta levantar demasiado la voz. Un inquietante sigilo dejaba entrar el siseo leve y lejano de hinchas que llegaban al estadio. Alguna trompeta de plástico tronó sorda, hueca, distante. Uno de los jugadores se paró ante el sorpresivo ingreso de los visitantes. Unos segundos después, ya comenzado el discurso, reparó en que estaba a medio vestir y que tenía el pantaloncito aún en sus manos. Dudó en ponérselo o arrojarlo… A esa escena la sigue una frase que se atribuye al ex general: ‘Hermanos latinoamericanos’. Así empezó a hablarle al auditorio de jugadores peruanos. Un volante de aquel equipo que integraban el arquero argentino nacionalizado Ramón Quiroga, Teófilo Cubillas y Héctor Chumpitaz, recuerda: ‘Un par nos cagamos en las patas’”. El presidente de la delegación del Perú era Paquito Morales Bermúdez Pedraglio, abogado e hijo del dictador peruano en aquel momento, Francisco Morales Bermúdez. El le dio la bienvenida a Videla en el vestuario de Rosario Central. La historia que siguió es conocida. Las sospechas de un arreglo también.