“ANISTIA AMPLA, GERAL E IRRESTRITA”. VERGONHA, VEXAME, CHICOTADA FINAL NO POVO, DOS GENERAIS TORTURADORES. QUE ASSINAVAM A PRÓPRIA ABSOLVIÇÃO. É OBRIGATÓRIA A REVOGAÇÃO DESSE MONSTRENGO

por Helio Fernandes

 

Zombando do povo, os generais que dominaram o Brasil por 21 anos, cuidaram de se “inocentar” para o resto da vida. E sozinhos, sem consultar ninguém, absolveram a eles mesmos. Se livraram em vida do destino de Pinochet, de Videla e de outros, que morreram na prisão, e preservaram, depois de mortos a imagem de carrascos desumanos.

Muitos ou quase todos, “sabiamente” morreram logo. Mas o retrato que deixaram para a posteridade, uma espécie de “selfie”, (que não existia na época), mas que coube muito bem nessas três palavras deturpadas, falsificadas, exaltadas para o bem quando na verdade nasceram e viveram para o mal.

Combati essa “anistia” desde que apareceu

Além de chamar essa “anistia” de “desprezível e insensata”, comecei campanha para mostrar ao povo a usurpação que esse decreto de uma face apenas, representava. Quando o Supremo “julgou e aprovou” essa “anistia”, sorridentes e desinteressados, critiquei duramente os ministros. Todos inocentaram os generais, absolveram criminosos da tortura dos subterrâneos.

Ainda em 1979, a Tribuna da Imprensa processa Médici e Geisel

Mal surgido esse objeto decreto que pulverizou e desmoralizou a palavra anistia, dois grandes advogados e duas notáveis personalidades, Dario de Almeida Magalhães, e Prudente de Moraes, neto me chamaram ao escritório da Rua Pedro Lessa. (O primeiro negro a chegar a Ministro do Supremo).

 

Ministro Pedro Lessa
Ministro Pedro Lessa

Sem perder tempo, me disseram: “Helio, estamos te propondo que a Tribuna da Imprensa entre com uma Ação contra a União para reparação dos prejuízos incalculáveis”.

Não tive dúvida: “Gostaria de iniciar esse processo, mas contra os “presidentes” Médici e Geisel. Perplexos, me abraçaram, disseram: “Puxa, Helio, será um processo para a História”. Continue lendo

Os responsáveis pela monstruosa dívida interna e externa

por Helio Fernandes

 

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Desculpem, ontem voltei a escrever sobre a dívida externa, que estava ofuscada e esquecida por causa da astronômica e destruidora dívida interna. Como se a externa não merecesse os mesmos adjetivos negativos. Quero voltar, pois não identifiquei os maiores responsáveis pela então única dívida, a externa, que em 30 anos passou de 1 BILHÃO para 200 BILHÕES, um dos maiores crimes de todos os tempos.

Ontem revelei: faltando seis meses para acabar o mandato, Juscelino mandou Roberto Campos renegociar a dívida. Estava em 800 MILHÕES, numa negociação de três meses cresceu 25 por cento, entrou na casa do BILHÃO. É um lamento só, tristeza sem fim, massacre contra o presente e o futuro do Brasil.

A DITADURA DA DÍVIDA

Os generais não assassinaram e “desapareceram” apenas com pessoas, arruinaram também o futuro do país. Receberam a dívida em 1 BILHÃO, entregaram (?) o governo a Sarney (sócio, colaborador e cúmplice de tudo, além de herdeiro político e eleitoral) em 176 BILHÕES.

Em 21 anos, de 1964 a 1985, aumentaram essa divida em 176 vezes, passou a render juros escorchantes para beneficiar aproveitadores dos EUA. De 1 BILHÃO cresceu para 176 BILHÕES. E o que fizeram com tanto dinheiro? Nada, lógico.

Responsáveis diretos nos 21 anos: Castelo Branco, Costa e Silva, Medici, Ernesto Geisel, João Figueiredo, o menos culpado, não sabia de nada. Incluindo Golbery (presidente da Dow Chemicla), que mandava em todos. E os civis Roberto Campos e Delfim Netto. É como digo sempre, não existe “ditadura “civil ou militar”, eles se completam.

TRÊS PRESIDENTES ELEVARAM
A DÍVIDA PARA 200 MILHÕES

Sarney, Collor e Itamar, que se seguiram, contraíram mais “empréstimos”, sem deixar de pagar os juros, em 24 BILHÕES, colocando-a nesses 200 BILHÕES. Em 1990, escrevi: essa dívida já estava paga há muito anos, continuamos a “honrar” os juros, sem que a dívida diminuísse.

APARECE A DÍVIDA INTERNA

Começa com FHC, e foi se avolumando de tal maneira que “esqueceram” o destino da dívida externa. Lula falou muito sobre essa dívida, mas como acreditar num mentiroso de nascença, como Lula.

FHC até que não tem muita influência no crescimento da dívida externa. E os dados da dívida interna são precários e não confiáveis. Mas FHC tem que ser responsabilizado direta e pessoalmente pelas vergonhosas D-O-A-Ç-Õ-E-S do nosso patrimônio. Essas DOAÇÕES, tão ou mais ruinosas do que as DÍVIDAS.

 
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¿El Plan Cóndor envenenó a Joao Goulart y a Pablo Neruda?

Dos muertes dudosas

La primera analogía entre el deceso del ex presidente brasileño y el del poeta chileno son los certificados de defunción de ambos. Se investiga la participación del agente Michael Townley y el rastro de armas químicas.

Los restos de Goulart yacen en el estado de Rio Grande do Sul y próximamente serán desenterrados
Los restos de Goulart yacen en el estado de Rio Grande do Sul y próximamente serán desenterrados

Por Darío Pignotti
Desde Brasilia

¿El Plan Cóndor envenenó a Joao Goulart y a Pablo Neruda? Faltan informaciones para responder de forma categórica a esa pregunta, que prácticamente nadie se hacía diez años atrás y comenzó a cobrar consistencia con la exhumación del cuerpo del poeta chileno hace dos meses y el desentierro que se realizará próximamente de los restos del ex presidente brasileño, fallecido en Argentina cuando estaba en la mira de las dictaduras de Jorge Videla y las de sus colegas, Ernesto Geisel, en Brasil, y Aparicio Méndez, en Uruguay, mancomunadas en la red terrorista Cóndor.

El otrora inodoro e invisible rastro de las armas químicas que habrían sido empleadas para eliminar a enemigos de los regímenes de facto, ahora comienza a cobrar “alguna forma, todavía medio nebulosa, pero que nosotros vamos a investigar a fondo”, declaró Nadine Borges, integrante de la Comisión de la Verdad creada por la presidenta Dilma Rousseff, que tiene entre sus prioridades esclarecer cómo murió y, eventualmente, quién mató a Goulart.

La primera analogía entre el deceso del líder brasileño y el del escritor chileno Neruda son los certificados de defunción de ambos, viciados de ambigüedades y falsedades, uno emitido en Corrientes en diciembre de 1976, el otro en Santiago de Chile, en septiembre de 1973. Desde la semana pasada se agregó otro dato que endereza las pistas hacia la CIA y uno de sus agentes, Michael Townley, que también era miembro de los servicios chilenos. El norteamericano fue acusado como presunto culpable de la intoxicación de Neruda, nada menos que por el chofer del poeta, en declaraciones a la corresponsal en Santiago de la agencia italiana ANSA. El conductor Manuel Araya, hombre que gozaba de la confianza del escritor, estuvo con él hasta horas antes de fallecer en la exclusiva Clínica Santa María, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del derrocamiento de Salvador Allende.

La denuncia de Araya y la acción impulsada por el Partido Comunista de Chile fueron llevadas en serio por la Justicia, que ordenó exhumar el cuerpo del poeta el 8 de abril pasado, tarea confiada a peritos especializados y monitoreada por expertos de la Cruz Roja Internacional.

“Estoy tomando conocimiento a través suyo de esta denuncia contra el agente norteamericano Michael Townley, esto tiene importancia para nosotros. Entiendo que puede ser útil para nuestra investigación sobre la muerte del presidente Goulart antes de que se comience a hacer la exhumación, esto nos da más elementos para reconstruir lo que realmente ocurrió en 1976”, comentó la brasileña Nadine Borges, durante la conversación con Página/12.

“Townley estuvo comprometido en casos muy conocidos del Cóndor, si esta denuncia se confirmara, está claro que no podemos apresurarnos a dar nada por cierto todavía, sería otro dato. Porque nos demostraría que el Cóndor realmente utilizó el veneno como arma, y nos aportaría otro elemento para esclarecer qué pasó con Goulart”, abundó Borges, que asesora ad honorem a la coordinadora de la Comisión de la Verdad, Rosa Cardoso.

Si las sospechas contra Townley, cuadro importante de la DINA chilena, se confirmaran, por lo menos podrá reconstruirse uno de los capítulos más revulsivos, el de eliminación bioquímica de opositores en Chile y, presumiblemente, varios países de la región.

Townley, hoy residente en Estados Unidos con identidad falsa, beneficiado por la ley que protege delatores, fue un paradigma del Cóndor: un carnicero serial al servicio de la guerra sin fronteras contra el comunismo real y el imaginado por los generales sudamericanos. Fue Townley quien asesinó en 1975, en Washington, al ex canciller chileno Orlando Letelier, en 1975 participó del atentado que hirió gravemente al ex vicepresidente chileno Bernardo Leighton en Roma y pocos meses antes, en 1974, ejecutó en Buenos Aires al general democrático Carlos Prats, exiliados tras la irrupción de Pinochet.

A ese record terrorista se sumaría el hasta ahora no probado crimen contra Pablo Neruda, seguido con interés particular en Brasil, donde la semana pasada la Comisión de la Verdad recibió a los especialistas de la Cruz Roja que observaron el desentierro de los restos del poeta en Santiago. Especialistas argentinos y uruguayos también fueron consultados hace una semana por integrantes de la Comisión y representantes del gobierno brasileño, en el estado de Rio Grande do Sul, donde yacen los restos de Goulart desde el 7 de diciembre de 1976, cuando el dictador Ernesto Geisel ordenó que no fueran sometidos a autopsia.

“En estas averiguaciones hay que moverse con sumo cuidado para no dar pasos en falso”, recomienda Borges durante la entrevista con este diario en la que, luego de hacer esa advertencia, señaló que si bien “muchas pruebas fueron borradas por el tiempo, nosotros consideramos que lo correcto es no quedarse con dudas e investigar, por eso creemos que hay que avanzar tanto como se pueda con los estudios de lo que pasó con Neruda y Goulart, y buscar si hay algunos paralelos que me parece que pueden existir”, observa. Para llegar a la verdad sobre el pasado, señala Borges, se debe trabajar tanto con las herramientas técnicas que aportan los especialistas forenses como con la reconstrucción histórica de los hechos.

Sostiene Borges que tal vez no haya un vínculo factual entre las dos muertes (Goulart y Neruda), pero eso no quita que de los restos del escritor surjan indicios que ayuden a entender otro magnicidio químico: el del ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, también ocurrido en la fatídica clínica Santa María. Son casi incontestables las evidencias de que Frei Montalva fue intoxicado a comienzos de 1982 por agentes pinochetistas, empleando un modus operandi similar al que habría terminado con la vida de Neruda.

Aquí emerge otro paralelo entre el terrorismo de Estado chileno y el brasileño, que no es químico, sino político. Al asesinar a Frei Montalva, Pinochet se quito del camino a un político moderado capaz de aglutinar simpatías progresistas y conservadoras comprometidas con la transición democrática. Una matriz política similar habría sido la que guió a los militares brasileños frente a Goulart, cuyo asesinato no está probado. Joao “Jango” Goulart era un dirigente nacionalista de centroizquierda, componedor, con interlocutores en todo el arco político brasileño, que había cultivado amistades en el peronismo argentino y la izquierda uruguaya, alguien, en suma, con los atributos para comandar la disputa por la reapertura democrática, un personaje incómodo para el dictador Geisel. (Transcrito do Página 12)

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Jango, Geisel, Videla y Kissinger

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Los preliminares del Plan Cóndor

 

Por Darío Pignotti

Videla cumplió el papel que de él se esperaba en el Plan Cóndor, el pacto terrorista que 27 años atrás ocupó un capítulo importante de la agenda de Argentina y Brasil, donde el dictador Ernesto Geisel recibió de buen grado la “nueva” política externa del proceso de reorganización nacional (e internacional), tal como se lee en los documentos, en su mayoría secretos hasta hoy, obtenidos por Página/12.

“Fue con la mayor satisfacción que recibí, de manos del excelentísimo señor contraalmirante César Augusto Guzzetti, ministro de Relaciones Exteriores y Culto, la carta en que su excelencia tuvo la gentileza de hacer oportunas consideraciones respecto a las relaciones entre nuestros países… que deben seguir el camino de la más amplia colaboración.”

La correspondencia de Ernesto Beckman Geisel dirigida a Videla exhibe una camaradería cargada de adjetivos que no era lo característico en ese general criado en una familia de pastores luteranos alemanes. “Brasil, fiel a su historia y a su destino irrenunciablemente americanista, está seguro de que nuestras relaciones deben basarse en una afectuosa comprensión (…) y en el permanente entendimiento fraterno”, abunda Geisel, el mismo que había reducido casi a cero las relaciones con los presidentes Juan Perón e Isabel Martínez, cuando sus embajadores en Argentina parecían menos interesados en visitar el Palacio San Martín que frecuentar los casinos militares intercambiando ideas sobre cómo sumar esfuerzos en la “guerra contra la subversión”.

La carta de Geisel a Videla, del 15 de diciembre de 1976, llegó a Buenos Aires dentro de una valija especial, no a través de un cable como era lo habitual, dice el documento “secreto y urgentísimo” reproducido junto a esta nota.

El 6 de diciembre de 1976,

nueve días antes de la correspondencia de Geisel, había muerto en su exilio de Corrientes el ex presidente Joao Goulart,

quien, de acuerdo con pruebas incontestables, fue uno de los blancos prioritarios del Cóndor brasileño, que lo espió durante años en Argentina, Uruguay y Francia, donde realizaba consultas médicas por su afección al corazón.

Más: está demostrado que el 7 de diciembre de 1976, la dictadura brasileña prohibió realizar una autopsia de los restos de líder nacionalista, y potencial amenaza a la transición por goteo de Geisel, a raíz de un paro cardíaco de origen incierto. No hay elementos concluyentes, pero sí sospechas plausibles, de que Goulart fue envenado con pastillas disimuladas entre sus medicamentos en una acción concertada por los regímenes de Brasilia, Buenos Aires y Montevideo, y así lo entendió la Comisión de la Verdad de la presidenta Dilma Rousseff al ordenar la exhumación del cuerpo enterrado en la ciudad sureña de São Borja, sin custodia militar porque el Ejército se negó a darla hace 10 días, luego de recibir un pedido de las autoridades civiles.

Volvamos a la correspondencia de Geisel del 15 de diciembre de 1976. El brasileño la escribió en respuesta a otra de Videla (3/12/76), en la que éste se decía persuadido de que la “Patria (…) vive una instancia dinámica en el plano de las relaciones internacionales, particularmente en su activa y fecunda comunicación con las naciones hermanas”.

“La perdurable comunidad de destino americano nos señala hoy, más que nunca, el camino de las realizaciones compartidas y la búsqueda de las grandes soluciones”, proponía Videla, muerto junto a sus secretos de los crímenes transnacionales sobre los que no quiso hablar ante el Tribunal Federal Nº 1 donde se tramita la megacausa Cóndor.

Los que estudiaron esa maraña terrorista sudamericana sostienen que ésta se valió de los servicios de la diplomacia, especialmente en el caso brasileño, donde los cancilleres habrían sido funcionales a los imperativos de la guerra sucia.

Por lo tanto, este intercambio epistolar enmarcado en la diplomacia presidencial de Geisel y Videla puede ser leído como un contrapunto de mensajes cifrados sobre los avances del terrorismo binacional en el combate a la resistencia brasileña o argentina. Todo sea por “el recíproco interés de nuestros países”, escribió Videla. En diciembre de 1976, nueve meses después del derrocamiento del gobierno civil, la tiranía argentina demostraba que, más allá de algunas sonoras divergencias geopolíticas con el socio mayor, por lo bajo existía una complementación en las acciones secretas “contra la subversión”.

Así, poco después del derrocamiento de Isabel Martínez, el entonces canciller brasileño y antes embajador en Buenos Aires, Francisco Azeredo da Silveira, recomendó cerrar las fronteras para colaborar con Videla e impedir la fuga de guerrilleros y militantes argentinos.

Por su parte, Videla, asumiéndose como comandante del Cóndor celeste y blanco, consentía la cacería de opositores brasileños, posiblemente contando con algún nivel de coordinación junto a los agregados militares (los mortíferos “agremiles”) destacados en el afrancesado Palacio Pereda, sede de la misión diplomática en la calle Cerrito, donde según versiones, había un número exagerado de armas de fuego. Entre marzo, mes del golpe, y diciembre de 1976 fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina los brasileños Francisco Tenorio Cerqueira junior, Maria Regina Marcondes Pinto, Jorge Alberto Basso, Sergio Fernando Tula Silberbeg y Walter Kenneth Nelson Fleury, dice el informe elaborado por el Grupo de Trabajo Operación Cóndor, de la Comisión de la Verdad.

El organismo fue presentado por Dilma Rousseff ante los rostros contenidamente iracundos de los comandantes de las Fuerzas Armadas, los únicos, entre el centenar de convidados a la ceremonia, que evitaron aplaudirla.

Al finalizar aquel acto realizado en noviembre de 2011, el entonces secretario de Derechos Humanos argentino, Eduardo Luis Duhalde, ya fallecido, declaraba a este diario que uno de los secretos mejor guardados del Plan Cóndor era la participación de Brasil y su conexión con Argentina, y que esa sociedad delictiva sólo se develará cuando Washington libere documentos brasileños con la misma profusión que soltó papeles clasificados sobre Argentina y Chile.

Averiguar hasta dónde llegó la complicidad de Buenos Aires y Brasilia será más difícil tras el fallecimiento de Videla, pero no hay que desestimar las pistas diplomáticas.

El 6 de agosto de 1976, un cable confidencial redactado en la embajada brasileña informa a sus superiores que el ministro de Exteriores Guzzetti habló sobre la nueva política externa vigente desde que las “Fuerzas Armadas asumieron el poder” y la vocación de aproximarse más a Brasil, luego de años de distanciamiento.

A lo largo de 1976, los cancilleres Azeredo da Silveira y Guzzetti mantuvieron reuniones entre sí y con el principal fiador del Cóndor, Henry Kissinger, que según papeles desclasificados hace años a pedido de la National Security Archive, les recomendó a ambos ser eficaces en la faena de aplastar al enemigo.

“Nosotros deseamos lo mejor para el nuevo gobierno (de Videla), deseamos su éxito (…) Si hay cosas que hacer, ustedes deben hacerlas rápido”, recomendó el Premio Nobel de la Paz norteamericano al marino canciller Guzzetti en junio de 1976.

 

(Transcrito El País)

PETROBRAS, história

por Sebastião Nery

Há exatos 58 anos, nascia a Petrobras, ao preço de sangue, suor e lágrimas e, logo de saída, um primeiro cadáver, o de Getulio, seu criador. Depois, milhares de técnicos, geólogos, engenheiros, trabalhadores de todos os níveis, a grande maioria jovens, deram vida e alma para o Brasil construir uma poderosa empresa de petróleo, base da sua independência.

Foi o que dizia o “Repórter Esso”: “Testemunha ocular da história”. Jornalista na Bahia no fim dos anos 50 e começo dos 60, vi a Petrobras nascer (e participei) com a primeira grande refinaria pública do País, a de Mataripe, e o primeiro sindicato de trabalhadores do petróleo, o Sindipetro.

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JURACY

Juracy Magalhães, primeiro presidente, em 53 e 54, contratou para chefiar seu Departamento de Pesquisa, por cinco anos, o geólogo-chefe aposentado da norte-americana Standard Oil, Walter Link. Era a raposa no galinheiro. Fez um relatório maroto: não tínhamos petróleo quase nenhum.

Foi então que um grupo de jovens geólogos, dirigentes do departamento de Exploração da Petrobras, passou a pesquisar não apenas as possibilidades em terra, mas também na plataforma submarina, com descobertas surpreendentes. Não por acaso, no golpe militar udenista-americano de 64, foram quase todos eles demitidos da empresa.

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GEISEL E FHC

Todas aquelas lutas resultaram na grandiosa empresa que é hoje a Petrobras. E agora, quando ela descobre a bacia do pré-sal (a maior nova reserva de petróleo do mundo), os mesmos que em 53 tentaram inviabilizá-la querem agora fazer dela uma cabeça descartável, um pescoço de rosca.

A operação-traição começou no governo Geisel, com os “contratos-de-risco”, uma maneira disfarçada de quebrar o monopólio da Petrobras pondo as empresas internacionais de petróleo dentro da exploração. Mas elas jamais quiseram investir em risco nenhum e não descobriram nada.

No governo Fernando Henrique, o “mister Lynk da rua Antonia”, tomaram da Petrobras o “monopólio nacional da exploração e do refino”, vendendo a maioria de suas ações e obrigando-a a fazer “parcerias” com as empresas estrangeiras. Mas as “novas parceiras” não puseram um tostão em novas pesquisas. Associaram-se na extração do já descoberto pela Petrobras.

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PRÉ-SAL

Agora, de repente, quando a Petrobras e seus técnicos descobriram as megabacias do pré-sal, com reservas de até 50 ou 100 bilhões de barris, os gangsters internacionais de sempre soltaram seus perdigueiros, seus cães de fila, como se dizia antigamente, nos jornais, revistas, televisões, Congresso, tentando tirar da Petrobras o comando da exploração do pré-sal.

Ora, se foi ela quem descobriu, cabe a ela comandar a exploração. E a primeira medida, evidentemente, tem que ser assegurar que a Petrobras tenha o controle da exploração e da produção. Para isso, é absolutamente indispensável que ela retome, e logo, a posse da maioria de suas ações, através da nova legislação regulatória da exploração do petróleo.

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LULA

Lula tem razão: “O Brasil não é da Petrobras. A Petrobras é que é do Brasil. Enquanto estiver embaixo da terra, o petróleo é da União. 62% do capital da Petrobras são privados e, desses, 50% são de americanos. Ficarão assegurados à Petrobras os megacampos descobertos” (“Globo”). O presidente da Petrobras, o bravo baiano Sergio Gabrielli, garantiu:
“A Petrobras terá condições técnicas de explorá-los sozinha”.


Transcrevi trechos do artigo Pescoço de rosca