Entre la emergencia de una parturienta negra y una blanca, el médico brasileño escoge la de la blanca porque “las negras son más resistentes al dolor y están acostumbradas a parir”

por Fabiana Frayssinet
Las convenciones culturales y sociales brasileñas “imputan al negro condiciones de estereotipo, que hacen que no tenga las mismas garantías de salud en el tratamiento que un blanco”, expone la psicóloga Crisfanny Souza Soares, de la Red Nacional de Control Social y Salud de la Población Negra. Estos estereotipos reflejan un racismo que hace mal a la salud y que una campaña intenta extirpar del sistema hospitalario brasileño.
“Prácticamente todos los índices de salud de la mujer negra son peores de los de la blanca. En una consulta de verificación de cáncer de mama, las negras son menos palpadas que las blancas; y reciben menos anestesia en el parto”, enumera Souza Soares. La mitad de los 192 millones de brasileños se reconocen negros.
“La idea de que la población negra es más resistente al dolor y tiene mejores condiciones de convivir con la enfermedad está presente en todo el sistema de salud, desde los técnicos de enfermería hasta los médicos”, acotó Deise Queiroz, coordinadora de la Articulación de Jóvenes Negras, del nororiental estado de Bahía. Queiroz lo ha experimentado en persona, especialmente por su madre, que padece diabetes y presión alta y debe recurrir con frecuencia al sistema público de salud. Según la activista, el SUS, que fue un modelo de democratización de la atención de salud, hoy no consigue atender tanta demanda, y “las actitudes racistas se hacen más evidentes”. La Constitución determina que la salud es un derecho universal y su atención, un deber del Estado. El SUS establece que “todas las personas tienen derecho al tratamiento de calidad, humanizado y sin ninguna discriminación”.
Por ejemplo, 19 por ciento de niños nacidos vivos lo hicieron de madres adolescentes blancas de 15 a 19 años. Pero esa incidencia del embarazo adolescente es de 29 por entre las jóvenes afrobrasileñas de la misma franja de edad. Asimismo, mientras 62 por ciento de las madres de niños blancos informaban haber pasado por siete o más consultas prenatales, las madres de recién nacidos mulatos y negros con esa cantidad de controles de embarazo eran apenas 37 por ciento.
La mortalidad infantil también presenta disparidades. El riesgo de que un niño negro o mulato muera antes de los cinco años de edad por enfermedades infecciosas y parasitarias es 60 por ciento mayor que el de un niño blanco. Y el de muerte por desnutrición es 90 por ciento superior. El estudio constató también que mueren más embarazadas afrodescendientes que blancas por causas vinculadas a la gestación, como la hipertensión.
“Dicen que los peores índices sanitarios de la población negra obedecen a que la mayoría es pobre y por eso más vulnerable”, analizó Souza Soares. Pero no pueden negarse otras variables estrictamente racistas, acotó. “Si en un hospital vemos a dos jóvenes baleados, es más fácil que el imaginario cultural asigne al blanco el papel de víctima; mientras el negro pues está ahí porque tuvo que ver con un delito”, ilustró. A veces esa referencia “hace que un profesional establezca prioridades de atención”.
“La población negra muere en general más temprano, y sus muertes por causas evitables son más frecuentes”.