POR CLYDE SOTO – ROCCO CARBONE
Con la muerte de Lino Oviedo en Paraguay se cierra un capítulo del stronismo y su primer tiempo posterior en un momento político de plena vigencia del golpe franquista a Lugo. Lino’o: figura icónica en el entramado de la política paraguaya, su inesperado fallecimiento reaviva varias de las tensiones de la historia política reciente, cuyos efectos perduran en el juego político actual.
Noche y madrugada entre el 2 y 3 de febrero de 1989: Oviedo participó en el “golpe democrático” que Rodríguez le hizo a Stroessner, artífice de un régimen político con una temporalidad vertiginosa dentro del Cono Sur. Y 24 años después, en esos mismos días y más o menos en esas horas, Lino’o –-como se lo conoce popularmente– vuela en un helicóptero, y se produce un accidente aparente. Si bien se apela a cuestiones climáticas, una muerte de este tipo, en el contexto paraguayo, parece tener de todo, salvo características casuales. Es un hecho de alta concentración simbólica que nos invita a formular unas hipótesis de orden político.
Oviedo: “héroe” formado en las filas del stronato. Marcó la persistencia del poder militar en la política paraguaya hasta que en 1996, tras la ruptura con Wasmosy y su amenaza de golpe, frustrada por la presión internacional y las manifestaciones ciudadanas en apoyo a la democracia, dejó la vida militar y pasó a la política activa como civil. No obstante, siguió portando como caudillo político que era la simbología cultural militarista y populista sobre la cual se había articulado el stronato. Por el revés, el accionar político de Oviedo quedó marcado por su vinculación con gravísimos hechos de violencia que sacudieron al Paraguay durante la primera década de la transición post-dictatorial. El asesinato del vicepresidente Argaña y la matanza de manifestantes en las plazas frente al Congreso en marzo de 1999 representan un hito para la dura puja entre el retorno del poder más asociado al período dictatorial y la posibilidad de construir un país donde las disputas políticas se resuelvan institucional y pacíficamente. A más de una década de aquellos sucesos, el reciente golpe de Estado sigue mostrando cuán difícil es esta construcción. Y otro elemento a no solapar es que Oviedo fue un personaje político desarrollado a partir de la impunidad. La Justicia paraguaya terminó por exonerarlo de los cargos que lo vinculaban con marzo del ’99. Nunca fue investigado el origen de su fortuna y la aparentemente inagotable fuente de financiamiento de su actividad política. La sombra de su involucramiento de ilícitos diversos, así como su papel en la violación de derechos humanos –el caso de ocupación de tierras de una comunidad Pai Tavytera en 1986– jamás fue despejada porque la Justicia fue puesta al servicio del poder y el dinero.