ISABELITA PERÓN

de Talis Andarde

María Estela Martínez de Perón
María Estela Martínez de Perón

 

 

 

No exílio na Espanha

toda noite Isabelita

perdia horas de sono

penteando os cabelos

do cadáver de Eva

 

Finalizado o ritual

vinha para a cama

a larga cama de casal

esquentar o frio

corpo defunto

de Perón

relembrando

o morto passado

de cortesã

 

Em paga

pelos místicos

deveres cívicos

terminou presidente

da Argentina gente

 

 

in livro A Partilha do Corpo

 

 

 

¿Hay una Eva Perón construida por la mirada gay?

Todo en la vida de los humildes es melodrama... Melodrama cursi, barato y ridículo. Para los hombres mediocres y egoístas ¡Porque los pobres no inventan el dolor, Ellos lo aguantan! Eva Perón, La razón de mi vida
Todo en la vida de los humildes es melodrama… Melodrama cursi, barato y ridículo. Para los hombres mediocres y egoístas ¡Porque los pobres no inventan el dolor, Ellos lo aguantan! Eva Perón, La razón de mi vida

En todo caso, las lecturas contradictorias de la figura de Evita (tiene intimidad con homosexuales de los cuales reboza el medio teatral pero no saca a Jamandreu de la comisaría) guardan relación con la ambigüedad de los testimonios respecto del peronismo. Por un lado, organizó en 1946 el régimen contravencional vigente por largos años. Pero, por otro lado, el peronismo parece significar cierto relajo en las costumbres. Como señala Pablo Gasparini, “el peronismo parece tener, con todo, algo de fiesta. El erotismo que nace de ese encuentro de clases es potente. La relación de la marica de clase media con el chongo villero no sólo llenó lamentaciones sino también saunas. Testimonios personales dan cuenta de saunas gays en Buenos Aires en la década del ’50, cuando no los había en Nueva York”.

Si Evita viviera

A su vez, son los escritores gays y lesbianas los que mejor parecen haber comprendido a Evita y los que dejaron las más contundentes expresiones artísticas: aquellas que dan cuenta de ese cruce de oposiciones entre la figura de la santa y de la prostituta a partir de las cuales se construyeron los imaginarios sobre su vida. En Eva Perón, ¿aventurera o militante?, escrito a mediados de los ’70, Juan José Sebreli declara a propósito de Ella: “Convertida en uno de los tabúes más inquietantes y peligrosos de nuestro folklore político, tiene la significación ambivalente de todo tabú; del sacer de los romanos, que significa sagrado, santificado, consagrado, y a la vez abyecto, execrable, impuro. Ella es la musa, la diosa madre y a la vez la mujer demonio, la mandrágora, la mantis religiosa”.

Mucha mujer o Evita es hombre

Unos años después, en pleno año de la dictadura militar, María Elena Walsh, mujer y lesbiana, también en su poema “Eva” (1976), identifica la lucha de esa mujer con la de las mujeres en general: con las luchas de las rameras, las madres incesantes, “las reas y las monjas y las violadas en los teleteatros y las que callan pero no consienten”. Proclama a Evita, “loca” y “reina” y le expresa clamorosamente su deseo de “Tener agallas, como vos tuviste,/ fanática, leal, desenfrenada (…)/ Tener agallas para gritar basta/ aunque nos amordacen con cañones”.

A su manera, también Copi, desde su pieza teatral Eva Perón (1970) intenta desacralizar el mito, esta vez, burlándose a carcajadas, atrozmente, de las máscaras de lo sagrado que han cubierto la figura de Evita y haciendo de toda su vida y de su historia una farsa. En su obra, que cuenta las últimas horas de Evita en su lecho de enferma, todo es simulación y mentira: Eva no es la Abanderada de los humildes, no es la defensora del Pueblo trabajador, no tiene cáncer, no muere y tampoco es una mujer, ya que es interpretada por un hombre (Facundo Bo). Según la interpretación de Marcos Rosenzvaig, Copi narra el último día de Evita y se sirve de Evita representada por una travesti para tomar distancia del personaje histórico, desmitificarlo y pensar sobre su condición genérica, es decir preguntarse qué es ser una mujer. Y ser mujer parece decir Copi, cual Judith Butler avant la lettre, es justamente eso: vestirse de mujer. Aún más, la obra termina afirmando la representación de la mujer como una mentira. La Eva Perón autoritaria y fálica que presenta Copi no es una mujer, así no estuviera representada por un hombre, porque no responde a los estereotipos de mujer, es decir, no funciona como debiera funcionar una mujer en la estructura heterosexual dominante. A su vez, los géneros están trastrocados en la obra porque Perón es acusado por Eva de “cobarde” de “impotente” y de “cagón”, está ausente y sufre de migrañas, una dolencia que se suele asociar también a las mujeres.
En “Evita vive” (1975), cuento considerado maldito dentro de la literatura argentina, Perlongher consuma el proceso de beatificación. Evita vuelve desde el cielo y ya no es la Evita de Perón, que como señala Horacio González proclamaba “‘Soy fanática y entregaba una frazada” o “repartía máquinas de coser como quien arma barricadas contra aristocracias obtusas”. Es la Evita diva del lumpenproletariado y de los bajos fondos, reventada, con olor a muerta y con las manchas de cáncer en la piel. Es la Evita resucitada que, como a Jesús, pocos reconocen, que regala lotes de marihuana a los pobres “para que los humildes andaran superbién, y nadie se comiera una pálida más”, que tiene la cabeza con el rodete deshecho entre las piernas de un negro, que la chupa mejor que nadie, que se deja manosear y sobar y manosea, fornica y es fornicada y chupa a los marginados, a los negros, a los maricas (las “queridas” a quienes promete un paraíso de chongos, negros, rubios, marineros y bellos muchachos), a la barbarie, y a todos los que hablan el mismo lenguaje que ella: el de la humillación.

En esta Evita, los sueños de redención del lumpenproletariado y de los pobres miserables y reventados (distintos a los obreros ordenados y descamisados que sueña el peronismo) van de la mano con los sueños de liberación social de las locas, los maricas y las travestis.

Para Christian Ferrer: “En los tres cuentos unidos por el título ‘Evita vive’, Perlongher cuenta cómo Eva Perón baja desde el cielo y ronda por hoteles ‘del bajo’, pensiones de mala muerte, conventillos, ‘deptos’; pernocta con un marinero ‘negro’ y una marica, comparte fumo con gays, se acuesta con muchachos, participa en camas redondas; se revela puta, drogadicta, ‘reventada’, va a hacer un ‘rescate’… El Buenos Aires de Evita es aquí un cruce de zona rosa y villa miseria: el conjunto parece un retablo endeble animado por una troupe de marginales, ante los cuales Cristo resucitado se aparece en un Kaiser Carabela a traer la buena nueva de que el paraíso de los humildes asume la forma de una orgía de lúmpenes presidida por una mujer con ‘maneras de princesa ordinaria’ (…) Bastarda, impetuosa y estrella concientizada lo fue. Pero para Néstor Perlongher ella fue, ante todo, lumpen… Néstor reconoció en la idolatría política de la masa peronista hacia Evita al deseo en estado químicamente puro: las valoraciones morales pasan entonces a segundo plano”.

“Evita vive” reivindica a un tiempo la liberación social y sexual y reclama a Evita un rol que no desempeñó bien porque no quiso o porque Perón y el peronismo le impusieron los límites de una vez y para siempre.

La grandeza de las obras de Copi y Perlongher es que parecen asimilar, apropiarse y reinterpretar diversos símbolos y elementos a partir de los cuales se ha construido el mito de Evita: la radio y el cine, la cabellera rubia, el rodete, las joyas y los sombreros, las máquinas de coser, las frazadas, la demagogia y el autoritarismo, las armas compradas al príncipe de Holanda para armar a la clase trabajadora, la simulación y el trasvestismo, el cáncer, los funerales como espectáculo melodramático, el esmalte Revlon de las uñas del cadáver, la necesidad de derramar la propia sangre para entrar en la historia argentina, la instrumentación política de la muerte, el maquillaje, el auténtico dolor de miles de humildes, de marginados, de putos, de lesbianas, de pobres que sintieron que sus vidas no volverían a ser las mismas con la ausencia de Ella.

Transcrevi trechos

Todos somos argentinos

por Mauro Santayana

O Brasil pode e deve, ser solidário com a Argentina, no caso da recuperação, para seu povo, das jazidas petrolíferas da YPF. O Brasil e a Argentina, sendo os dois maiores países da América do Sul, têm sido alvos preferenciais do domínio euro-americano em nosso continente.

A Argentina, sob Cristina Kirchner, depois de anos desastrados de ditadura militar, e do governo caricato e neoliberal de Menen, se confronta com Madri, ao retomar o controle de suas jazidas de petróleo que estava com a Repsol. Quando um governo entrega, de forma aviltante, os bens nacionais ao estrangeiro, como também ocorreu no Brasil, procede como quem oferece seu corpo no mercado da prostituição. Assim, as medidas de Cristina buscam reparar a abjeção de Menem.

Será um equívoco discutir o conflito de Buenos Aires com Madri dentro dos estreitos limites das relações econômicas. A economia de qualquer país é um meio para assegurar sua soberania e dignidade – não um fim em si mesma.

As elites espanholas, depois da morte de Franco, foram seduzidas pela idéia de que poderiam recuperar sua presença na América Latina, perdida na guerra contra os Estados Unidos e durante a ditadura de quase 40 anos. Já durante o governo de Adolfo Suárez, imaginaram que poderiam, pouco a pouco, readquirir a confiança dos latino-americanos, ofendidos pela intervenção descarada dos Estados Unidos no continente. De certa forma, procediam com inteligência estratégica: a nossa América necessitava de aliados, mesmo frágeis, como era a Península Ibérica, na reconstrução de sua soberania, mutilada pelos governos militares alinhados a Washington.

Mas faltou aos governantes e homens de negócios espanhóis a habilidade diplomática, que se dissimula na modéstia, e lhes sobrou arrogância. Essa arrogância cresceu quando a Espanha foi admitida na União Européia, e passou a receber fartos recursos dos países ricos do Norte, a fim de acertar o passo continental. A sua estratégia foi a de, com parte dos recursos disponíveis, “comprar” empresas e constituir outras em nossos países. Isso os levou a imaginar que poderiam ditar a nossa política externa, como serviçais que foram, e continuam a ser, dos Estados Unidos. A idéia era a de que, em espanhol, os ditados de Washington seriam mais bem ouvidos.

O paroxismo dessa paranóia ocorreu quando José Maria Aznar telefonou ao presidente Duhalde, da Argentina, determinando-lhe que aceitasse as imposições do FMI, sob a ameaça de represálias. E a insolência maior ocorreu, e sob o governo socialista de Zapatero, quando esse heróico matador de paquidermes indefesos, Juan Carlos, mandou que o presidente Chávez (eleito livremente pelo seu povo, sob a fiscalização de observadores internacionais, entre eles o ex-presidente Carter) se calasse, no encontro iberoamericano de Santiago. Um rei matador de elefantes indefesos e sogro de um acusado de peculato – o bem apessoado serviçal da Telefónica de Espanha, Iñaki Urdangarin, pago com lucros obtidos pela empresa na América Latina, principalmente no Brasil.

Os espanhóis parecem não se dar conta de que as suas antigas colônias se tornaram independentes, umas mais cedo – como é o caso da Argentina – e outras mais tarde, embora muitas passassem ao domínio ianque. Imaginaram que podiam fazer o que faziam antes disso no continente – e incluíram o Brasil na geografia de sua presunção.

O Brasil pode e deve, ser solidário com a Argentina, no caso da recuperação, para seu povo, das jazidas petrolíferas da YPF. E manter a nossa posição histórica de reconhecimento da soberania de Buenos Aires sobre o arquipélago das Malvinas.

Que querem os espanhóis em sua gritaria por solidariedade contra a Argentina, pelo mundo afora? Eles saquearam tudo o que puderam, durante o período colonial, em ouro e prata. Usaram esses recursos imensos – assim como os portugueses fizeram com o nosso ouro – a fim de construir castelos e armar exércitos que só se revelaram eficazes na repressão contra o seu próprio povo – como ocorreu na guerra civil.

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POR QUE NÃO FAZEM PÃES

Durante o seu período de arrogância subsidiada, trataram com desdém os mal chamados iberoamericanos, humilhando e ofendendo brasileiros e latino-americanos, aviltando-os ao máximo. Um só ser humano, em sua dignidade, vale mais do que todos os poços de petróleo do mundo. Antes que Cristina Kirchner determinasse a recompra das ações da YPF em poder da Repsol, patrimônio muito maior dos argentinos e de todos os latinoamericanos, sua dignidade, havia sido aviltada, de forma abjeta e continuada, pelas autoridades espanholas no aeroporto de Barajas e em seu território.

Que se queixem agora aos patrões, como seu chanceler, Garcia-Margallo fez, ao chorar nos ombros da senhora Clinton, e busquem a solidariedade de uma Europa em frangalhos. Ou que rearmem a sua Invencível Armada em Cádiz, e desembarquem no Rio da Prata . Isso, se antes, os milhões de jovens desempregados – a melhor parcela de um povo maravilhoso, como é o da Espanha – não resolvam destituir suas elites políticas, corruptas, incompetentes e opressoras, e seu rei tão ocioso quanto descartável.

E, ao final, vale lembrar a viagem histórica que Eva Perón fez à Europa, no auge de sua popularidade. Em Madri, diante da miséria em que se encontrava o povo, ofereceu a Franco, em nome do povo argentino, alguns navios cheios de trigo. O general respondeu que não era necessário, que os celeiros espanhóis estavam cheios de farinha. E Evita replicou, de pronto: “¿entonces, por qué no hacen pan?”