A ditadura judicial/policial do Rio de Janeiro e São Paulo

liberdade já

Comandante da polícia de São Paulo
Comandante da polícia de São Paulo

Governo ditatorial

ESPECIALISTAS APONTAM FIM DOS PROCESSOS COMO SOLUÇÃO

Fábio Hideki e Rafael Lusvarghi foram presos durante uma manifestação em São Paulo. Os alvarás de soltura foram expedidos pela Justiça nesta quinta-feira.

Na avaliação da maioria dos juristas consultados pela reportagem, os ativistas ainda estão exatamente na mesma situação de quando foram presos: continuam denunciados e serão julgados. Os dois responderão por incitação ao crime, resistência, desobediência e associação criminosa qualificada. As imagens captadas pelo circuito de segurança mostram que todas as acusações foram inventadas.

Um informante, que não quis se identificar, revelou que esse foi um artifício do juiz da 10ª Vara Criminal, Marcelo Matias Pereira, que teria o processo arquivado pelo Tribunal de Justiça do Estado de São Paulo caso não revogasse a prisão preventiva. Isso permitiu a continuidade do processo, embora os perseguidos políticos aguardem o julgamento em liberdade.

Nosso repórter teve acesso a documentos considerados sigilosos que orientam apenas conceder ao denunciados o mesmo que se concede a qualquer criminoso em potencial. O teor dos documentos indica que a intenção ainda é a de prender os manifestantes com base na versão forjada.

Estudos apontam que os governos estaduais do PSDB em São Paulo e do PMDB no Rio de Janeiro estão impondo, por meio da polícia e da Justiça, da perseguição, de prisões “preventivas” arbitrárias (como a de Fábio Hideki, em São Paulo), um verdadeiro estado de exceção.

Ao suspender, inicialmente, o direito ao habeas corpus (decretando a prisão preventiva sem demonstrar que os acusados representam verdadeiro risco material), o Judiciário impôs uma lei que não está escrita e atende às necessidades políticas dos partidos que controlam os estados mais importantes do País e, portanto, a parcela decisiva do aparato estatal. De acordo com os institutos de pesquisa, 87,4% dos brasileiros é contra as prisões dos manifestantes e 8,3% não soube opinar.

Segundo especialistas, é preciso repudiar veementemente o estado de exceção imposto pelos governos do PSDB e do PMDB; exigir a imediata libertação de todos os manifestantes presos, o fim dos processos e a dissolução da PM.(Jornal da USP Livre)

Controle policial-judicial. Globo monta mais um assassinato de reputação de manifestante

A ditadura do judiciário e da polícia, notadamente nos Estados do Rio de Janeiro, Minas Gerais e São Paulo, conta com o apoio da Globo, do banco Santander, criado pela Espanha fascista do ditador Francisco Franco, e a Opus Dei, “maçonaria branca” dos católicos ultra-direitistas, que adoram o deus dinheiro, e conspiram contra o Papa Francisco.

 

Professor Jefte Rodrigues
Professor Jefte Rodrigues

O vídeo a seguir, divulgado pelos Advogados Ativistas, revela como a Globo e a polícia constroem um criminoso e assassinam sua reputação.

Dessa vez trata-se do professor Jefte Rodrigues do Nascimento, preso em SP.

A Globo sabia o tempo todo de sua prisão, e foi a única a registrar sua chegada na delegacia.

Todas matérias a respeito do caso mostram imagens não relacionadas à acusação criminosa que lhe é imputada.

Quando os advogados de Jetfe chegaram ao DEIC, o carro da Globo estava estacionado na vaga da OAB. Os advogados não puderam conversar, reservadamente, com seu cliente, que se encontrava chorando. Também não foi permitido acompanhar, desde o inicio do interrogatório, a sua suposta confissão.

LA POLICIA DE RIO, QUE NO RESPONDE AL GOBIERNO FEDERAL, ESPIO Y APRESO A MILITANTES CONTRARIOS AL MUNDIAL. Del gatillo fácil a la persecución

Por Darío Pignotti

 

 Saad Murtadha
Saad Murtadha

Del gatillo fácil en las favelas a la represión política. La policía del estado de Río de Janeiro, que no responde al gobierno federal, espió y apresó a militantes opuestos a la Copa del Mundo reproduciendo las prácticas aplicadas cuando era el brazo auxiliar de las fuerzas armadas en la represión de la resistencia democrática durante la dictadura.

 

Los servicios de inteligencia policial violaron las comunicaciones y allanaron los domicilios de 23 activistas a quienes el Poder Judicial de Río acusó de formar parte de una “asociación ilícita”, equiparándolos con una banda de delincuentes que trafica drogas o realiza secuestros.
El lunes tres de los militantes, entre ellos la abogada Eloísa Samy, solicitaron y no recibieron asilo político en el consulado de Uruguay, del cual salieron acompañados por la diputada Janira Rocha que ayer repudió la “ina-ceptable persecución política existente en Río”, durante un acto convocado por la Orden de Abogados de Brasil bajo la consigna “En defensa de la democracia y contra la criminalización de la protesta”.

“Nuestra democracia no puede aceptar que haya zonas de excepción, los organismos del Estado no pueden hostilizar a la democracia”, planteó ayer Wadhih Damous, titular de la seccional carioca de la Comisión de la Verdad sobre los crímenes durante la dictadura, creada por la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores.

Es similar la persecución política que ocurre en San Pablo, donde surgieron las marchas en junio de 2013, cuya policía llegó a detener a varios “sospechosos” de violar la Ley de Seguridad Nacional, sancionada en 1983, dos años antes del fin del gobierno de facto.

Entre tanto, la policía carioca proseguía ayer con la cacería de activistas, en su mayoría jóvenes, iniciada hace una semana cuando el Partido de los Trabajadores (PT) divulgó una nota de repudio.

“La violencia del Estado y la intimidación tienen que ser rechazadas por todos los que defendemos la democracia… seremos intransigentes en la defensa de esas conquistas”, afirma el comunicado firmado por el presidente PT, Rui Falcao, miembro del comité de campaña para la reelección de Dilma Rousseff en las elecciones del 5 de octubre.

En el enérgico tono de la nota petista contra el apriete a los grupos rebeldes se insinúa la posición de la propia presidenta Rousseff, quien como jefa de Estado no tiene jurisdicción sobre las policías de las 27 provincias de la Federación, las cuales suman cerca de un millón de hombres en armas.

Ese número prácticamente triplica a las fuerzas federales (considerando militares y policía federal), a las cuales Rousseff convocó para reforzar la seguridad durante la Copa del Mundo en medio de rumores sobre paros de las policías locales. De hecho, la Unión suele ser rehén de esas policías que en su mayoría repiten el patrón de la de Río de Janeiro: corporaciones guiadas por sus propios intereses, formadas en escuelas que prácticamente no reformaron sus planes de estudios desde la dictadura, habitualmente vinculadas con el crimen organizado y tolerantes, cuando no cómplices, de los escuadrones de la muerte.

Lo nuevo es que en Río las fuerzas de seguridad conquistaron mayor poder territorial con la implantación desde 2008 de las Unidades de la Policía Pacificadora (UPP) con el pretexto de combatir al narcotráfico, al cual suelen dar cobijo a cambio de coimas.

Estos destacamentos de las UPP establecidos en una treintena de favelas se convirtieron en nichos de poder político donde la policía actúa a voluntad implantando una suerte de Estado de baja intensidad democrática al que deben allanarse los vecinos, degradados a la condición de ciudadanos de segunda.

En las multitudinarias marchas de 2013, que perdieron convocatoria durante el Mundial del mes pasado, se observó la participación de algunas agrupaciones surgidas en las favelas, donde es cada vez mayor el repudio a la ocupación policial con su lastre de torturas, asesinatos y, un dato inquietante, el creciente número de desapariciones de vecinos, entre ellos algunos dirigentes comunitarios.

De esos casos el más emblemático fue el del albañil Amarildo de Souza, que continúa desaparecido luego de haber sido secuestrado a mediados de 2013 por agentes que lo torturaron hasta la muerte en la sede de la UPP de la favela Rocinha. Una decena de policías fue procesada por la de-saparición del albañil, crimen que dio lugar a varios actos, uno realizado frente al palacio de la gobernación carioca durante la recepción ofrecida al papa Francisco en julio del año pasado.

Para el diputado Robson Leite, del PT, el acoso a los militantes prófugos desde que salieron del consulado uruguayo anteayer y los aprietes a los movimientos surgidos en las favelas son parte de una misma estrategia policial. “Esto que pasa hoy en Río es algo que viene aplicándose sistemáticamente, recordemos que ya en marzo hubo órdenes de detención masiva contra vecinos de la favela Maré… es fundamental la unión de los sectores progresistas para decir un sonoro no a todo esto.”

“Recordemos que los basureros en huelga fueron criminalizados, los profesores (en paro) fueron criminalizados y ahora los manifestantes fueron criminalizados”, citó ayer el parlamentario del PT.

Por dentro da engrenagem da indústria de aprisonamento em massa. O caso Hideki

 

Já foi dito que as perguntas certeiras são o ponto de partida para boas reportagens e pesquisas. Concordo e já coloco uma questão que há tempos me intriga: como São Paulo (e o Brasil) consegue mandar tanta gente para a prisão se possui uma polícia civil com sérias dificuldades para investigar? Já somos o terceiro País do mundo no ranking de pessoas […]

 

por Bruno Paes Manso

 

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Já foi dito que as perguntas certeiras são o ponto de partida para boas reportagens e pesquisas. Concordo e já coloco uma questão que há tempos me intriga: como São Paulo (e o Brasil) consegue mandar tanta gente para a prisão se possui uma polícia civil com sérias dificuldades para investigar? Já somos o terceiro País do mundo no ranking de pessoas presas, sendo que nas prisões paulistas há um terço do total de presos nacionais. Como produzimos provas para condenar tanta gente?

As respostas ajudam a decifrar como funcionam as engrenagens dessa fábrica de aprisionamento em massa que estamos construindo em São Paulo e no Brasil. O caso das prisões de Fábio Hideki e de Rafael Marques, detidos sob a acusação de prática de crimes durante os protestos em São Paulo, servem para mostrar a lógica desse mecanismo.

Os dois foram presos no dia 23 de junho numa manifestação na Avenida Paulista durante a Copa do Mundo. A Secretaria de Segurança Pública paulista defendeu a legitimidade das prisões afirmando ter provas de que eles portavam explosivos. Diversas testemunhas afirmaram, no entanto, que o flagrante foi forjado, incluindo o padre Julio Lancelotti, vigário do Povo da Rua, que estava ao lado dos jovens quando eles foram detidos. A SSP rebate e diz que o Ministério Público acompanha de perto as investigações e que os promotores denunciaram Hideki e Marques à Justiça.

Na semanas que se seguiram às prisões, campanhas foram feitas para que os dois fossem soltos, entidades contestaram a legitimidade da ação, o diretor da Politécnica da USP escreveu carta aberta, mil origamis de tsurus (pássaro da sorte) foram confeccionados para libertá-lo, houve manifestações em São Paulo, Guarulhos e Rio, juristas e juízes democráticos reclamaram, funcionários da USP marcharam, uma página no Facebook foi criada e recebeu mais de 6 mil curtidas, além de inúmeros memes que se espalharam pelas redes sociais.

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Mesmo com a pressão legítima, baseada em depoimentos e vídeos que contestavam a credibilidade das ações da segurança pública e as decisões da Justiça, nossas instituições não se deram o trabalho de apresentar as supostas provas ou de justificar seus atos de força. Como se não se sentissem obrigadas a prestar contas de seus atos aos cidadãos que pagam suas contas. Talvez porque se sentem intocáveis. Porque acham que somos todos cegos, que não enxergamos os erros que eles cometem.

Mas já é possível juntar as peças. A figura do quebra-cabeças está ficando cada vez mais visível. A prisão de Hideki e de Marques é apenas a ponta de um profundo iceberg do frágil mecanismo de encarceramento de pobres moradores das periferias. Hideki e Marques foram exceção à regra.

Sem estrutura para realizar investigações competentes, o sistema de Justiça vem condenando faz tempo com base em frágeis evidências. Essa foi uma das principais conclusões da pesquisa feita por Maria Gorete Marques do Núcleo de Estudos da Violência (USP) sobre a aplicação da Lei de Drogas em São Paulo. Boa parte do crescimento do total de presos decorre do aumento da prisão de pequenos traficantes.

Em 2006, havia cerca de 17 mil presos por tráfico. Cinco anos depois, já era 52 mil. Conforme a pesquisa, quase nove entre cada dez prisões feitas no Estado foram ocorrências em flagrante, quando a maioria estava circulando na rua. A maioria (52%) não tinha antecedentes em sua ficha criminal e eram negros e pardos (59%). Na primeira etapa do processo de aprisionamento em massa, a polícia vê um negro em atitude suspeita andando na rua. Ele é abordado e preso em flagrante.

No Judiciário, o depoimento do policial militar que prendeu o suspeito acaba sendo sobrevalorizado. O que ele fala é considerado verdade, mesmo quando a vítima acusa o flagrante de ser forjado. Isso ocorre porque são depoimentos que gozam de fé pública, termo que define juridicamente os documentos e testemunhos que são dados por autoridades públicas no exercício de sua função. São presumivelmente considerados verdadeiros, o que acaba dispensando a necessidade de provas robustas para a condenação.

Na prática, isso significa que, depois de acusado pelo policial, o suspeito passa a ter que provar a sua inocência. As provas materiais do crime ou outros testemunhos de acusação acabam sendo meros complementos em muitos processos. O que não impede o promotor de acusar e o juiz de condenarem o réu. Na pesquisa do NEV-USP, as autoridades explicaram que a gravidade do crime justificaria a decisão de condenar com base em depoimentos de PMs e em provas frágeis.

Não foi o caso do crime Hideki e Marques. Não eram graves. Eles eram meros bodes expiatórios para que a segurança pública e o judiciário dessem uma resposta aos protestos durante a Copa do Mundo. Eles são black blocs? Só dando risada. Acompanhei o movimento e sei sobre os dois presos. Essa afirmação é ridícula. Mas qual é o ponto nevrálgico da questão? Depois de anos e anos prendendo e condenando por nada, nosso sistema já estava acostumado a engolir acusações mal feitas. Qual o problema em condenar mais dois sem que haja provas?

Será que eu estou sendo injusto com nosso sistema de segurança e de Justiça? Há apenas dois meses, eu me deparei com um caso emblemático que foi publicado neste blog em maio. Foi a história de José, um jovem negro de 17 anos que estava em seu apartamento num sábado à noite. A PM perseguia quatro assaltantes de carro pelas ruas. O grupo bateu em um poste durante a fuga, mas tiveram tempo de descer do carro e correr dos policiais. Os PMs acharam que um dos jovens havia subido em um edifício que ficava perto do local da batida. Era onde José morava. Falaram com o porteiro, invadiram o apartamento do garoto às 2 horas da manhã e o prenderam.

José tinha provas de que havia saído de casa somente para fumar no portão. As imagens das 19 câmeras do edifício eram claras. Batom na cueca. Mesmo assim, José continuou preso. O promotor pediu sua condenação e o juiz bateu o martelo. No processo, sobre as imagens que provavam a inocência do acusado, foi afirmado que o “condomínio não tinha fé pública”. O testemunho dos policiais foi suficiente para prendê-lo e condená-lo. As imagens de nada adiantaram. José foi solto apenas depois que a reportagem mostrou neste blog as provas de sua inocência. A Justiça foi forçada a soltá-lo no mesmo dia.

A sociedade merece respostas sobre o flagrante e as provas contra Hideki e Marques. As polícias demandam reformas urgentes. O Estado pode nos tirar os olhos, mas isso não significa que estamos cegos. Segue abaixo, aliás, o belo vídeo feito pela Ponte sobre Alex e Sérgio, fotógrafos baleados durante manifestações. (Transcrito do Estado de S. Paulo)