“Amigos todos, soy del Sur, vengo del Sur”, se presentó con simpleza el martes el presidente uruguayo José Mujica, sorprendiendo a la Asamblea General de la ONU con un discurso en el que destrozó al capitalismo salvaje y la situación mundial actual.
Como si estuviese cantando “Cambalache”, el célebre tango del poeta Enrique Santos Discépolo que pinta un mundo en decadencia, Mujica entregó a los líderes mundiales reunidos en Nueva York una visión oscura de los tiempos que corren.
“Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el dios mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad”, afirmó.
“Parecería que hemos nacido solo para consumir y consumir”, martilló, señalando que si la humanidad aspirase a “vivir como un norteamericano medio” serían necesarios “tres planetas”.
“El hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades deambula entre las financieras y el tedio rutinario de las oficinas, a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad, siempre sueña con concluir las cuentas. Hasta que un día el corazón se para y adiós, dijo.
Comentó que “hay márketing para todo: para los cementerios, el servicio fúnebre, para padres, abuelos y tíos, pasando por la secretaria, los autos y las vacaciones”. “Todo es negocio. Las campañas de márketing caen deliberadamente sobre los niños y sus psicologías e influyen sobre sus mayores”, lamentó.
Opinó José Mujica que “es tiempo de empezar a batallar para preparar un mundo sin fronteras” y para el establecimiento de “reglas globales”. “Ni los estados nacionales grandes ni las transnacionales, y mucho menos el sistema financiero, deberían gobernar el mundo. Sí la alta política entrelazada con la sabiduría científica. Esa ciencia que no apetece el lucro pero que mira el porvenir y nos dice cosas”, afirmó. “Nuestra época es revolucionaria como nunca ha conocido la historia de la humanidad, pero no tiene conducción consciente”, continuó.
Lamentó que “se bloquee en los hechos a la ONU, que fue creada como un sueño de paz para la humanidad”, y opinó que ese organismo “languidece, se burocratiza por falta de poder, de autonomía y de reconocimiento”. “Es imposible inventar una fuerza peor que el nacionalismo chovinista de las grandes potencias”, remarcó. Culminó su discurso defendiendo la importancia de la vida. “La especie es nuestro nosotros”, concluyó.