Birgitta Jónsdóttir (Reikiavik, 17 de abril de 1967) es poeta, activista, pertenece al partido de los ciudadanos Civic Party – ahora llamado The Movement–, creado en el 2009, después del colapso de la economía islandesa en el 2008. Las protestas de los ciudadanos, en las que ella participaba activamente, consiguieron destituir al gobierno, acabar con la banca privada que les había llevado a la quiebra y proponer un nuevo Ejecutivo.
¿Cómo surgió la idea de crear un partido de ciudadanos?
Tras el hundimiento de la economía en el 2008, el país entró en bancarrota y la sociedad islandesa se colapsó. Nuestras deudas, por culpa de las arriesgadas operaciones de los bancos, eran 12 veces mayores que nuestro PIB. La gente empezó a perderlo todo cuando la burbuja se pinchó, y la gran mayoría salió a la calle para protestar. El resultado fue la destitución de la banca, del gobierno y las nuevas elecciones. Aquí es donde entra el partido ciudadano. Ocho semanas antes de las elecciones del 2009, un grupo de ciudadanos de la calle sin la menor experiencia política, sin dinero, pero con ganas de hacer democracia, decidimos juntarnos y hacer un partido político.
¿No es suficiente el activismo para cambiar las cosas?
Ser activista es muy importante. Es necesario estar en la calle para decir lo que se piensa, participar. Pero también es fundamental conocer los hilos desde el interior. Estar dentro significa vigilar de cerca al enemigo.
Hay gente que ve Islandia como un perfecto modelo experimental.
Nuestro país es un excelente laboratorio de pruebas. Hemos dejado caer a los bancos, no los hemos rescatado, hemos llevado al banquillo a los culpables de la crisis y según el último informe económico parece que nuestra economía va a crecer el triple de lo que lo hará la zona euro en el 2013. Estamos experimentando soluciones a un problema que está afectando al mundo entero. Quizás estas medidas son más sencillas de tomar aquí que en otros países porque somos tan sólo 311.000 habitantes y nuestra capacidad de respuesta es más rápida. La realidad es que ya no estamos bajo el programa del FMI y hemos superado nuestra peor crisis sin el coste social al que se está sometiendo a otros países de Europa.